La catedral de San Esteban: centro y corazón de Viena
La catedral de San Esteban alcanza el cielo de Viena. Su torre más elevada tiene nada menos que 136 metros, y a ello se suma el colorido tejado. Por eso, este templo es uno de los monumentos más espectaculares de la ciudad y, por supuesto, visita obligada en ella.
La historia de la catedral de San Esteban
La catedral de San Esteban se construyó por orden de Rodolfo IV de Austria. Está ubicada sobre el lugar en el que permanecían las ruinas de dos iglesias. Se encuentra en pleno centro de Viena, en concreto, en la plaza de San Esteban, la Stephansplatz.
Su construcción tuvo un motivo: la falta de iglesias en el siglo XII, cuando Viena se encontraba en pleno apogeo. El templo comenzó a levantarse en el año 1137 sobre una iglesia parroquial ya existente. El estilo que se utilizó es el propio del románico, aunque con el paso del tiempo ha sufrido varias remodelaciones.
La primera fue un siglo después, cuando se reconstruyó el templo bajo el románico tardío. Mucho más tarde, en el siglo XVII, amplió sus instalaciones en un estilo barroco. Una de las torres, la del norte, tiene una cubierta renacentista. Y por su exterior, la catedral de San Esteban cuenta con gárgolas propias del Barroco.
En la historia más contemporánea, el templo se ha modificado en parte de su nave central y a mediados del siglo XIX se volvió a construir la aguja de la torre sur. En este siglo también se colocaron vidrieras que años después quedarían destruidas durante la Segunda Guerra Mundial.
Exterior de la catedral de San Esteban
Lo primero que te va a impresionar de la catedral de San Esteban es su torre sur. Imponente y acabada en una aguja, esta gran torre de 136 metros de altura destaca en el skyline de la ciudad. Por cierto, se puede subir hasta un mirador desde el que hay unas vistas fabulosas de Viena.
La idea original de la construcción era levantar dos torres iguales. Sin embargo, la torre norte quedó a la mitad de altura y es solo la del sur la que alcanza la elevación proyectada. Esta parte de la catedral de San Esteban está unida con el coro de los Apóstoles del interior. Por esta razón, la parte más alta cuenta con doce pináculos.
Y la otra parte que destaca en su exterior es el tejado. De inmensas dimensiones, une las fachadas, capillas, naves y coro con la torre sur. Son 230 000 las tejas de diferentes colores que cubren el tejado y que dan a la catedral de San Esteban ese encanto tan particular.
La catedral esconde una pequeña curiosidad: una de sus puertas, la de los Cantores no podía ser utilizada por la mujeres.
Qué puedes ver dentro del templo
La catedral de San Esteban es preciosa por fuera, pero no olvides visitar su interior. Destaca el altar mayor, con un retablo de 15 metros de altura. En las capillas y los laterales es posible admirar otros retablos más pequeños, pero igualmente hermosos.
Entre los altares que ocupan los pilares destacan los de San Juan Nepomuceno y San Carlos Borromeo, el altar de María del Sol o el de San José. En la nave de Santa María está el altar de Wiener Neustadt, de mediados del siglo XV. En los altares laterales veréis el de los santos Pedro y Pablo o el de San Francisco Javier.
También debes fijarte en el púlpito de Pilgram, una fabulosa obra gótica tallada con enorme detalle. Y, además de todo ello, debes visitar el Museo de la Catedral, pues guarda obras que pertenecen al templo desde su creación.
Para disfrutar del interior de la catedral hay un horario de lo más cómodo. Cierra todos los días a las diez de la noche, y permanece abierto desde las seis de la mañana, excepto los domingos y festivos, que abre una hora más tarde.
Además la entrada es gratuita, aunque para no perderse detalle conviene pagar la audioguía, que cuesta 5,50 euros. Eso sí, debes tener en cuenta que la entrada a la torre sur, las catacumbas y la torre norte hay que pagarla aparte.
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