Joyas del Patrimonio de la Humanidad en Lisboa
Portugal es un país de una enorme riqueza cultural y artística. Se aprecia en pueblos pequeños y en grandes ciudades como Coimbra, Oporto o su capital. En esta última detenemos nuestros pasos. Vamos a conocer dos lugares maravillosos, dos tesoros del Patrimonio de la Humanidad en Lisboa. ¿Nos acompañas?
Lisboa, la joya de Portugal
Lisboa es una de las capitales más bonitas del mundo. Algunos de sus edificios han sido reconocidos por la Unesco por su enorme belleza y valor arquitectónico e histórico.
Pero no solo sus construcciones: sus barrios, sus plazas y su ambiente hacen de ella una ciudad muy especial. La capital portuguesa es de esas ciudades que enamora. Lo hace cuando uno pasea por barrios como la Alfama, contempla desde alguno de sus miradores o vasco escucha fados en sus locales.
El Patrimonio de la Humanidad en Lisboa
Vamos a centrarnos en dos construcciones maravillosas que hay que visitar sin excusa. Son los tesoros del Patrimonio de la Humanidad en Lisboa. ¿Imaginas cuáles son?
La Torre de Belém
Construida en el siglo XVI a orillas del Tajo, la torre se levantó con el objetivo de defenderse de los invasores. Sin embargo, a lo largo de su vida ha tenido varias funciones. Prisión, faro y hasta sede para recaudar impuestos han sido alguna de sus tareas.
Referente del arte manuelino, la Torre de Belém cuenta con detalles árabes y orientales. Su principal atractivo, además de su posición sobre las aguas del río Tajo, reside en su bella decoración. Un consejo: busca la cabeza tallada de un rinoceronte, tiene una curiosa historia.
En su interior se pueden visitar diferentes estancias, como la Sala del Gobernador, la de los Reyes o la de Audiencias. Sin embargo, hay un lugar muy especial: su terraza. Desde ella se pueden contemplar unas vistas magníficas.
El Monasterio de los Jerónimos
Cerca de la Torre de Belém está el Monasterio de los Jerónimos. De hecho, desde la terraza tenemos una magnífica vista de su exterior. También referente de la arquitectura manuelina, se levantó en el siglo XVI por orden del rey Manuel I de Portugal.
El motivo de su construcción estuvo muy relacionado con la navegación, tan importante para el país en aquellos momentos. El monasterio se levantó para celebrar la llegada de Vasco da Gama de su viaje a la India. Y se construyó en el mismo lugar que ocupaba una ermita donde había orado antes de partir al viaje.
Del monasterio destaca, en primer lugar, su iglesia. En ella es posible admirar seis imponentes columnas que parecen no tener fin. Es una iglesia de una sola nave en la que se encuentra la tumba de Vasco de Gama.
Hay otro lugar muy importante: el claustro. Está bellamente decorado con motivos típicamente manuelinos, como cabos marineros. Desde él se puede acceder al coro alto de la iglesia y al refectorio, decorado con azulejos.
Una parte del monasterio alberga el Museo Nacional de Arqueología. En él se puede ver una amplia colección de arte egipcio y romano, así como la mayor colección de Portugal de orfebrería.
Otros monumentos
A un paso de estos dos tesoros del Patrimonio de la Humanidad en Lisboa se puede admirar otro monumento. Eso sí, mucho más moderno. El Monumento a los Descubrimientos se levantó en los años 60 del siglo pasado para conmemorar del 500 aniversario de la muerte de Enrique el Navegante.
Una construcción de 52 metros de altura que representa una carabela. A su alrededor podemos contemplar las grandes figuras de la navegación portuguesa. Y a sus pies hay un enorme mosaico que representa la rosa de los vientos. Para contemplarlo, nada como subir a lo más alto del monumento.
Y aunque no sea un monumento como tal, hay otro lugar del que merece la pena contemplar su imagen. La desembocadura del río Tajo es un fabuloso espacio natural que no nos podemos perder en nuestro viaje a Portugal. Para admirarlo, lo mejor es subir a la terraza de la Torre de Belém, la imagen es espectacular.
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