El istmo de Curlandia: duna de Parnidis y otros tesoros

En el istmo de Curlandia podrás caminar por algunas de las dunas móviles más altas de Europa. Las hay que alcanzan hasta los 52 metros de altura.
El istmo de Curlandia: duna de Parnidis y otros tesoros
María Belén Acosta

Escrito y verificado por la especialista en Asia Oriental María Belén Acosta.

Última actualización: 27 enero, 2021

El istmo de Curlandia está formado por una amplia laguna que sirve como núcleo del actual parque natural de nombre homónimo. Entre sus grandes maravillas destacan sus dunas móviles, las más grandes de Europa.

Por ello, queremos enseñaros con más detalle este particular ecosistema y mostraros todo aquello que no debéis perderos si viajáis a este fabuloso lugar. Visitar el itsmo de Curlandia es una oportunidad única de admirar un paisaje de ensueño.

El origen del istmo de Curlandia

El istmo se encuentra situado en la costa del mar Báltico y está considerado uno de los ecosistemas más impresionantes de Lituania. Pero su territorio no pertenece solo a este país, ya que se trata de un territorio compartido con Rusia.

Vista aérea del istmo de Curlandia
Istmo de Curlandia

El istmo recibe su nombre del lago de Curlandia y está separado del mar por la lengua de tierra de casi cien kilómetros de largo. Sin embargo, en sus partes más anchas apenas alcanza los cuatro kilómetros.

Esta formación fue uno de los asentamientos prusianos más importantes de cara al comercio, principalmente por la venta de ámbar. No solo eso, sino que el istmo de Curlandia es parte de algunos relatos de la mitología báltica. En ellos se habla sobre la creación de la barrera de arena y sus intentos de preservación hasta nuestros días.

La deforestación azotó al istmo de Curlandia durante los siglos XVII y XVIII por el abuso de los recursos, sobre todo por parte la industria maderera, la ampliación de las zonas de cultivo y las rutas de pastoreo. Ya a finales del XIX comenzaron las obras para fijar las dunas mediante la creación de crestas protectoras para evitar el movimiento de tierra provocado por el mar.

También durante esta época fueron muchos los que, inspirados por los paisajes, emigraron hasta el istmo. De hecho, infinidad de pintores y poetas mencionaron y plasmaron en sus obras el famoso istmo de Curlandia. Uno de ellos fue Thomas Mann, cuya casa de veraneo es hoy un museo en su honor.

La duna de Parnidis

Duna de Parnidis
Duna de Parnidis

La famosa duna de Parnidis se encuentra a las afueras de Nida, una de las villas del lado lituano con mayor número de habitantes del istmo. En ella se instalan la mayoría de viajeros que deciden visitar Curlandia debido a su amplia oferta de hoteles y otros servicios. Además, en Nida se pueden visitar el Museo del Ámbar y el Museo Etnográfico del Pescador.

A tan solo un par de kilómetros de Nida se encuentra la duna Parnidis, a la cual se llega atravesando un bosque de pinos. La duna mide nada menos que 52 metros de altura. Además, desde ella se observan unas vistas únicas del istmo.

La recomendación es seguir siempre la ruta trazada para los visitantes. Se trata de un ecosistema muy frágil y cualquier acción puede provocar un enorme impacto en su delicado equilibrio.

Otros tesoros de Curlandia

Colina de las Brujas
Colina de las Brujas

Además de las dunas, el istmo de Curlandia guarda otros tesoros. Un rincón curioso es la Colina de las Brujas, una amplia zona boscosa decorada por estatuas talladas en madera que representan a personajes típicos del folclore del país. Estas estatuas fueron creadas y donadas por diferentes artistas como detalle para ayudar a la conservación del istmo desde el año 1979.

El pueblo de Juodkrantė es un pequeño rincón con encanto para aquellos que prefieran mantener un contacto más directo con los habitantes de Curlandia. Es un pueblo pesquero que se encuentra cerca de la Colina de las Brujas y de la Reserva Natural de Nagliu, otro de los lugares que se deben visitar en el istmo de Curlandia.

Este área protegida, por la que se puede pasear por una zona ya señalizada, es perfecta para tomar fotografías del bello lago de Curlandia y el paisaje que ofrecen las dunas. Una ruta de lo más completa para los amantes del senderismo.

Y, por supuesto, no se pueden pasar por alto las fantásticas playas del istmo. Son playas de arenas finas y doradas perfectas para relajarse en medio de un paisaje idílico, aunque no tanto para bañarse, sobre todo en el lado de las frías aguas del Báltico.