Un paseo por la historia de la catedral de San Basilio de Moscú
Vamos a visitar un rincón espectacular, la Catedral de San Basilio de Moscú. Un edificio maravilloso y singular que esconde secretos espectaculares que queremos develarte. ¡No te lo pierdas!
Algunos datos de la catedral de San Basilio de Moscú
El nombre real es catedral de la Intercesión de la Virgen junto al foso. Está ubicada en la zona meridional de la Plaza Roja, próxima a la puerta del Salvador del Kremlin, en la parte alta de la ladera que lleva al río Moskova, en el corazón de Moscú.
La catedral de San Basilio de Moscú se construyó a mediados del siglo XVI, por órdenes del zar Iván el Terrible. El motivo principal era la conmemoración de la victoria de Rusia sobre el Kanato de Kazán. No se sabe qué había en este lugar antes de la construcción del templo, cuya primera mención es de otoño de 1554.
Se habla de que fue una catedral realizada en madera, pero que seis meses después se desmontó para comenzar la construcción de la de piedra. Los constructores fueron los arquitectos Barma y Postnik, aunque hay estudiosos que afirman que son los nombres de una misma persona.
Hay una leyenda en torno a Postnik que cuenta que el zar ordenó dejar ciego al arquitecto para que en el futuro no pudiera construir una obra mejor. Parece, sin embargo, que se podría tratar solo de eso, una leyenda.
Capítulos de la historia de la catedral de San Basilio de Moscú
Construir la catedral llevó seis años. Siendo Moscú tan fría, los mayores avances fueron en la temporada de calor. Esta catedral se construyó en ladrillo; no obstante, tanto los cimientos como el zócalo y los diversos elementos de la decoración se hicieron en piedra blanca.
En 1559 gran parte de la obra estaba terminada. No obstante, la iglesia central y la catedral al completo no se consagraron hasta el 12 de julio de 1591.
La décima iglesia
La catedral mantuvo el aspecto original, con sus nueve capillas, hasta 1588, cuando en la zona nororiental fue construida junto a ella la décima iglesia, que fue erigida sobre la tumba de San Basilio. Este santo pasó bastante tiempo de su vida observando la construcción de la obra y quiso ser enterrado al lado.
El santo moscovita, al que fueron atribuidos multitud de milagros, falleció en 1557. Después de ser canonizado, el zar Fiodor Ionnanovich, hijo de Iván el Terrible, mandó a construir la iglesia; se trataba de un templo independiente con una entrada aparte.
Los restos mortales de San Basilio estaban en una urna de plata que se perdió a principios del siglo XVII. El recuerdo al santo era constante durante las misas, por lo que pasó a dar nombre a la catedral. De ahí que popularmente se la llame catedral de San Basilio.
El gran incendio
En 1737, se produjo un gran incendio en el que la iglesia sufrió severos daños. Las obras de reconstrucción duraron de 1770 a 1780 y en ellas se realizaron cambios radicales. Además, a ella se trasladaron los altares de otras iglesias que había en los alrededores y que fueron derribadas para evitar más incendios.
Una catedral amenazada
No solo el fuego ha amenazado esta catedral a lo largo de su historia. En 1812, Napoléon ordenó a sus tropas volar el templo. Al final solo fue saqueada, lo que permitió reformarla tras la guerra.
Ya a finales del siglo XIX, se pensó devolver a la catedral su aspecto original. Para ello, se creó una comisión de expertos formada por pintores, científicos y arquitectos. Lo triste es que, debido a la falta de fondos y a la Revolución de octubre de 1917, este plan se detuvo.
Años más tarde, según algunas historias, los colaboradores de Stalin se plantearon derribar la catedral de San Basilio para dar más amplitud a la Plaza Roja. De nuevo, el templo se salvó, esta vez por la decisión del propio dictador.
“La arquitectura, de todas las artes, es la que actúa más lentamente, pero seguramente la que más en el alma”
–Ernest Dimnet–
Como se puede apreciar, la catedral de San Basilio de Moscú ha sido capaz de sobrevivir a numerosos avatares de la historia. Volvieron a realizarse oficios religiosos y, desde 1991, el uso del edificio se comparte entre el Museo Histórico y la Iglesia Ortodoxa Rusa. Hoy es Patrimonio de la Humanidad y lugar de visita obligada en la capital rusa.