Guatavita y la leyenda de El dorado
La leyenda de El dorado hablaba de una ciudad de oro emplazada en la Nueva Granada, para ser más específicos en una población llamada Guatavita, en lo que hoy en día es Colombia. Mencionaba una laguna repleta de oro flotante y de piezas del mismo metal en el fondo.
Su origen se remonta al siglo XVI, época en que los conquistadores europeos se enteran y organizan expediciones para encontrarla. La leyenda se mantuvo viva hasta el siglo XIX y durante su vigencia traspasó las fronteras colombianas para instalarse en países como Ecuador, Perú y Las Guayanas. Sin embargo, la ciudad del metal precioso que buscaban, jamás se encontró.
Las primeras expediciones
La historia sobre la leyenda de El dorado tuvo su inicio en Panamá, cuando Vasco Núñez de Balboa se enteró de su existencia por un indígena llamado Panquiaco. Por eso decidió organizar a sus hombres y emprender las primeras expediciones en busca del tesoro.
El conquistador obtuvo oro y esclavos durante el trayecto. El relato de Panquiaco también lo llevó a descubrir el Océano Pacífico, al que bautizó como Mar del Sur, en el año de 1513. Pero nunca encontró “la ciudad de oro”, ni la famosa laguna.
Esta situación se repitió una y otra vez, con variación de los contextos geográficos y de los protagonistas, en el norte de Sudamérica. El común denominador era que alguien revelaba a un conquistador la existencia de una ciudad de oro y este organizaba una expedición para acceder a ella, pero no lo lograba.
Lo cierto fue que a la expedición de Balboa, le siguieron la de Rodrigo de Bastidas , Francisco Pizarro y Sebastián de Belalcázar, entre muchas otras. Se adelantaron travesías sucesivas desde Santa Marta (Colombia), Quito (Ecuador) y Coro (Venezuela).
El ritual de la leyenda de El dorado
Uno de los rituales más importantes que se desarrollaba en la Laguna de Guatavita consistía en la elección del sucesor del Zipa , Zaque o Cacique de los Muiscas. Esto significaba otorgar el título de nobleza al elegido para que este se convirtiera en el gobernante supremo del Zipasgo o territorio.
El nuevo Zipa se seleccionaba con nueve años de antelación a la posesión de su cargo. Recibía una preparación especial durante este tiempo, la cual incluía superar varias pruebas. Así que la ceremonia de posesión de su dignidad era solo el ritual con el que se daba a conocer a la comunidad.
Esta ceremonia se desarrollaba en la laguna y consistía en ungir con aceites aromáticos el cuerpo desnudo del elegido e impregnarlo con polvo de oro. De ahí el nombre de “El Dorado” y las diferentes versiones y mitos que se entretejieron en torno a ella.
Luego era ataviado con joyas de todo tipo, subía a una balsa junto con cuatro guerreros que la dirigían hasta el centro de la laguna. En este punto, debía saltar al agua a manera de ofrenda y deshacerse de todo el peso extra para poder volver a la superficie.
Este era el culmen de la ceremonia en donde el nuevo Zipa del pueblo Muisca era reconocido por sus súbditos. Estos celebraban arrojando joyas y tunjos desde las orillas de la laguna y luego festejando con comida y bebida.
Las extracciones
Fue solo hasta 1538 que los conquistadores lograron llegar a la Laguna de Guatavita, para confirmar la leyenda de El dorado y por fin hacer realidad sus sueños de riqueza. Luego de varios esfuerzos consiguieron extraer un gran volumen de oro y joyas que no fue suficiente.
Aunque obtuvieron grandes riquezas, no encontraron la tan anhelada ciudad de oro que buscaban. Fue tan desproporcionada el ansia de los conquistadores europeos por el oro, que en más de una ocasión hubo enfrentamientos entre ellos mismos. De hecho, más de una vez estuvieron a punto de ir a la guerra.
Muchos años después de concluida la conquista, la leyenda de El dorado persistía, por lo que un consorcio británico drenó de nuevo parte de la laguna. Utilizaron, esta vez, un equipo sofisticado; buzos profesionales consiguieron encontrar unas pocas joyas y cerámicas. No obstante, el objetivo fue un rotundo fracaso.
Posteriormente, una compañía estadounidense, que también perseguía el tesoro Muisca y creía en la leyenda de El dorado, decidió dinamitar la montaña con el mismo objetivo. El inmenso boquete deterioró aún más el paisaje natural de este bello lugar.
La veracidad de la leyenda de El dorado
Las enormes dificultades y los fracasos constantes de los conquistadores para encontrar las riquezas con que soñaban, los llevaron a pensar que todo se trataba de una leyenda. O que muchas de las historias que los indígenas les revelaban no eran más que una estrategia para deshacerse de ellos.
Aun hoy en día, muchos consideran que la leyenda de El dorado se trató de solo una fábula, pese a que las crónicas atestiguan lo contrario. En 1856 se encontró en la laguna una pieza de oro que confirma la veracidad del ritual. En ella se representa una balsa con lujo de detalles, sobre la ceremonia de posesión del Zipa.
Por desgracia, desapareció y se cree que está en poder de un museo alemán. Por fortuna, en 1969 se encontró otra pieza con características similares, la cual reposa en el Museo del Oro de Bogotá, en Colombia.
La laguna de Guatavita hoy
En la actualidad, la Laguna del Cacique Guatavita hace parte de una reserva forestal que lleva su nombre y se encuentra al noreste del departamento de Cundinamarca. Cuenta con un área de 603 hectáreas en las que se mantienen tanto la fauna como la flora original de la región.
En el lugar también hacen presencia elementos históricos de la cultura Muisca, como la casa del agua con su calendario agrícola. Así mismo, réplicas de sus viviendas para las cuales se tenía presente su orientación y los rituales de los cuales hacían parte la leyenda de El dorado.
Para esta cultura espiritual, el oro no tenía un valor económico, sino ritual. Por este motivo, lo ofrecían en muestra de agradecimiento a sus deidades. Eran expertos orfebres que manifestaban en sus piezas la cosmogonía universal del equilibrio entre los opuestos (femenino, masculino. Día, noche, entre otros).
La enigmática Laguna de Guatavita se ubica en Sesquilé, una población que se encuentra a tan solo 70 kilómetros de Bogotá. Es posible acceder hasta sus inmediaciones en automóvil o transporte urbano.
Luego se debe ascender una escalera de 150 peldaños a pie hasta alcanzar los 3100 metros sobre el nivel del mar. Desde allí, es posible apreciar el paisaje impactante y observar la inmensa laguna que esconde el origen de la leyenda de El dorado.
Para completar tu visita, únete a esta excursión desde Bogotá visitaremos dos lugares plagados de magia, la laguna de Guatavita y la Catedral de Sal de Zipaquirá. ¡No os los podéis perder!
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