Exposiciones universales: exhibición del imperialismo europeo
Una de las primeras exposiciones universales se organizó en Londres el año 1851. En ella quisieron mostrar, por un lado, los avances tecnológicos resultantes de la Revolución Industrial. Por otro, el triunfo de un sistema económico liberal que convirtió a Inglaterra en la potencia hegemónica del momento.
Este certamen tuvo un éxito apabullante. Lo visitaron, aproximadamente, seis millones de personas y se generaron unos beneficios de 200 000 libras. A raíz de ello, otros países, que también querían presentarse como abanderados del progreso y la modernización, empezaron a organizar sus propias exposiciones.
Algunas de estas exposiciones universales fueron las de París (1855, 1867 y 1889), Londres (1862), Viena (1873), Filadelfia (1876) y Barcelona (1888), entre otras. En España también se celebraron diversas exposiciones: la de Filipinas en Madrid (1887), la Iberoamericana en Sevilla, la Internacional de Barcelona y la Misional Española, las tres en 1929.
Seguidamente, vamos a abordar algunos aspectos del significado e intencionalidad de estas exposiciones. Posteriormente, hablaremos de las exposiciones que se celebraron en España y cuál es la impronta que dejaron en estas tres ciudades: Madrid, Sevilla y Barcelona.
Las exposiciones universales: proyección del proyecto ‘civilizador’ europeo
El objetivo primordial de estas exposiciones fue el de fomentar la industria, el comercio y la conquista de nuevos mercados. Al mismo tiempo, fue una práctica que sirvió a los estados para hacer una exhibición de su potencial económico e industrial. Así, estas exposiciones permitían a los estados publicitarse y mostrar su posición en el tablero internacional.
La potencia imperial y la cantidad de territorios coloniales que tenían esos estados era otra forma de exhibir cuál era la posición que ocupaba en el concierto de las naciones ‘civilizadas’. Por ello, en estas exposiciones se instalaron escenarios que querían representar a esos pueblos coloniales considerados ‘bárbaros’.
Por ejemplo, en la Exposición Universal de París de 1889 se instaló una ciudad colonial dividida en cuatro zonas. En cada una de ellas se representaron distintos aspectos del mundo árabe, de la cultura oceánica, de la africana y de la asiática. Era una escenificación fabricada por la mano europea.
Por esa ciudad colonial, el público ‘civilizado’ europeo podía observar a maniquíes vivos procedentes de todo el mundo, y los podían ver vistiendo sus ropas tradicionales, fabricando y vendiendo artesanías, cocinando, practicando rituales. En definitiva, acudían a la representación viviente de unas culturas consideradas ‘no civilizadas’.
A través de estos teatrillos, las sociedades coloniales eran representadas de tal forma que permitían constatar, con mayor facilidad, la diferencia racial entre ‘nosotros’ y los ‘otros’. Para el espectador europeo, estas muestras se convertían en realidad pero, era una realidad que estaba construida por los europeos y, por tanto, cargada de sus propios perjuicios e imaginarios.
Zoológicos humanos
Una de las facetas más crueles del colonialismo e imperialismo fueron los zoológicos humanos. Consistían en la captura y traslado de poblaciones ‘exóticas’ de distintos puntos del planeta para ser expuestas como animales en distintas ciudades europeas, a través de exposiciones universales u otros certámenes.
Esta idea surgió de un ‘comerciante’ alemán de animales salvajes, Carl Hagenbeck. Él creó la primera exposición de Europa con personas provenientes de Samoa y Laponia. Fue el precursor de las exhibiciones humanas que se realizaron en el Jardín de Aclimatación de París.
Estas atracciones eran una forma de entretenimiento para un público blanco europeo. Era una forma de demostrar, a través de puestas en escenas, de situaciones forzadas en ambientes reconstruidos, la supremacía de la cultura y raza europea frente a los sujetos coloniales, considerados salvajes y seres inferiores.
Pero no solo se los exponía, sino que eran tratados como animales. Los tenían encerrados en jaulas. Los visitantes les tiraban alimentos y los comparaban con primates. Las jaulas de personas traídas del África subsahariana eran las que tenían más éxito.
Un ejemplo de este rapto de personas sucedió en el año 1881 cuando 11 indígenas de Tierra del Fuego fueron raptados de las costas del estrecho de Magallanes y fueron exhibidos en el Jardín de Aclimatación de París. Después de tres semanas expuestos en París, se los llevaron de gira por Europa.
Se les exponía como supuestos caníbales y, por ello, les arrojaban carne cruda de caballo para comer. Los mantenían sucios y sin posibilidades de higiene para que tuvieran una apariencia de ‘salvajes’. Eran condiciones inhumanas, las enfermedades no tardaron en hacer mella en su salud y obligaron a trasladarlos, de nuevo, a Punta Arenas. Solo sobrevivieron cuatro.
Las exposiciones universales y temáticas en España
La Exposición General de Filipinas en Madrid de 1887
El éxito que estaban teniendo las exposiciones universales y coloniales en Europa y otras partes del mundo occidental, impulsaron la decisión de celebrar un certamen similar con productos filipinos y micronesios en España. Era una forma de potenciar el comercio con la metrópoli y, al mismo tiempo, concienciar al mundo de que España todavía era una potencia colonial.
En el año 1886 empezaron las gestiones para su realización. La sede que eligieron fueron los Palacios de la Minería (hoy de Velázquez) y el Palacio de Cristal en el parque del Retiro, en Madrid. Alrededor del Pabellón Central, instalado en el Palacio de Cristal, se reconstruyeron viviendas indígenas para ser habitadas por sujetos que traerían del archipiélago.
Frente al Palacio de Cristal construyeron un lago con la finalidad de llenarlo de embarcaciones típicas para representar cómo era esta actividad en Filipinas. Todo este escenario sería habitado por 42 personas que se trajeron de Filipinas, Carolinas y Marianas. Querían representar los distintos grupos étnicos y sociales de la colonia.
La Exposición Iberoamericana de Sevilla de 1929
La Exposición Iberoamericana de Sevilla fue un evento que coincidió en el tiempo con la Exposición Internacional de Barcelona. Por ello, las dos se consideran la Exposición Universal de España. La de Sevilla se celebró del 9 de mayo de 1929 hasta el 21 de junio de 1930.
El objetivo de este evento era el de dar muestra del hermanamiento que existía entre los países de la península Ibérica -España y Portugal- con las repúblicas americanas que se habían emancipado del poder colonial hispano y luso. La exposición fue un evento que modificó para siempre la imagen de la ciudad de Sevilla.
Se abrieron nuevas zonas y espacios arquitectónicos que todavía hoy siguen fascinando al mundo. Entre los diversos edificios que se construyeron para el evento destaca uno: la Plaza de España. Esta se construyó en la parte norte del parque de María Luisa y todavía hoy es una obra que no deja a nadie indiferente.
La Exposición Internacional y Misional de Barcelona
Entre el 20 de mayo de 1929 y el 15 de enero de 1930, la Ciudad Condal celebró su segunda exposición internacional. La primera, celebrada en 1888, había supuesto un gran avance económico, tecnológico y arquitectónico para la ciudad. Por ello, se decidió celebrar una nueva exposición para mostrar al mundo el poderío de la industria catalana.
El lugar del certamen fue en la montaña de Montjuic y fue el motor para la remodelación de esa parte de la ciudad. Se construyeron un conjunto de edificios que hoy son emblema de la ciudad. Entre ellos destacan el Palacio Nacional, que hoy aloja el MNAC, la Fuente Mágica, el Teatro Grec, el Pueblo Español y el Estadio Olímpico.
En el marco de esta exposición se celebró otro evento: La Exposición Misional Española. Este certamen, celebrado en el Palacio de las Misiones, edificio levantado para la ocasión, quería mostrar que la religión y la modernidad podían ir de la mano. Al mismo tiempo, la Iglesia católica, a través de esta exposición quería destacar:
- El sacrificio y abnegación de los misioneros.
- La necesidad que existía por aumentar las conversiones.
- El interés por captar nuevos adeptos a la causa misional, ya fuese con fondos o con personal.
Por ello, todas las ordenes religiosas que tuvieran casa en España podían participar del certamen. En el Palacio de las Misiones, los religiosos expusieron múltiples objetos procedentes de las tierras de misión. Tenía el objetivo de documentar la actuación misionera y divulgar las actividades que emprendían en tierras de ‘infieles’.
- Martínez Bargueño, M. (2016). La exposición de Filipinas en Madrid de 1887. Recuperado el día 1 de agosto de 2019 de: http://manuelblascinco.blogspot.com/2016/03/la-exposicion-de-filipinas-en-madrid-de.html.
- Redó Puente, C. (2017). La representación del «otro» por los padres capuchinos de la provincia de Cataluña.«Barbarie» y «civilización» en la Exposición Misional Española de 1929. Reinvención de América, La. Proyecciones y percepciones Europa-América Latina, siglos XIX-XX. Barcelona: Edicions de la Universitat de Barcelona, 103-123.
- Rivera, A. (2017). La tribu que vivió en el retiro. Recuperado el día 1 de agosto de 2019 de: https://elpais.com/ccaa/2017/07/27/madrid/1501174746_966969.html