El Museo Rodin de París y los secretos que encierra
Hay momentos en los que preferimos huir de las grandes aglomeraciones y los sitios turísticos. A pesar de que en París, ciudad artística donde las haya, se encuentran algunos de los museos mas célebres de todo el mundo, hay galerías no tan famosas, pero igualmente imprescindibles. En este caso, puede que el Museo Rodin sea uno de los más cautivadores.
Algunos datos sobre el Museo Rodin
Se sitúa en el VII Distrito de París, en el número 77 de la Rue de Varenne, muy cerca de Los Inválidos. El museo está abierto todos los días excepto los lunes y tiene una tarifa general de 12 euros.
Este singular museo ocupa el antiguo palacete Peyrenc de Moras, más conocido como el Hôtel Biron, construido en el siglo XVIII. Se trata de un bello edificio cuya arquitectura de estilo neoclásico se contrapone al rococó del momento.
Es una casa unifamiliar de dos plantas con un amplio jardín de tres hectáreas que, a lo largo de su historia, ha pasado por múltiples propietarios. Igualmente, sufrirá diferentes remodelaciones y se añadirán edificios anexos.
A comienzos del siglo XX, mientras el inmueble esperaba para ser vendido, el hotel comienza a recibir ocupantes. Entre ellos, cabe destacar a Jean Cocteau, Henri Matisse o la escultora Clara Westhoff. Esta última, esposa del escritor y poeta Rainer Maria Rilke, será quien le descubra a Rodin la finca.
En 1908 el artista alquila la planta baja como taller y en 1911 ocupa el resto del edificio. Aunque el Estado compra la vivienda, Rodin se negó a abandonarla. Así, ofrece sus obras y su colección de la Antigüedad para que este emplazamiento se convierta en el futuro Museo Rodin y le permitan residir allí mientras viva.
El museo se inauguró oficialmente en 1919, dos años después de la muerte del escultor. Aquí se pueden admirar sus más afamados trabajos en un espacio muy especial para él, donde trabajó y habitó.
La colección del Museo Rodin
La principal colección del museo son las esculturas del propio Rodin. Fue un creador incansable que abrió con sus nuevas técnicas las puertas al arte del siglo XX. Aquí se expone la mayor muestra de tallas que existe del autor.
En mármol, bronce, yeso o terracota, estos trabajos se distribuyen en las diferentes salas creando un diálogo que nos guía en el recorrido de la visita, además de en el jardín.
Otras colecciones destacadas
Rodin también era un excepcional dibujante, por lo que se conservan mas de 7000 muestras en el museo. Muy pocos de estos dibujos sirven de boceto para las esculturas. Su faceta de dibujante camina paralela a la de escultor. Según sus propias palabras, sus dibujos son la clave de su obra.
También podemos encontrar grabados realizados con la técnica de la punta seca y estampas japonesas que el artista empezó a recopilar desde 1900.
Los cuadros que fue comprando a lo largo de su vida y adquiriendo de pintores amigos también se exponen como parte de la colección. Claude Monet, Van Gogh, Eugène Carrière, Renoir, Sargent o Munch son algunos de los autores de los lienzos que cuelgan en las paredes del museo.
Una extensa antología de 25 000 fotografías, 7000 de ellas reunidas por el propio Rodin, alumbran luz sobre la actividad en el taller del escultor y diferentes momentos de su vida. Y un gran número de cartas y archivos nos acercan mas a la biografía personal y artística de Auguste Rodin
Otra compilación importante es la relativa a la Antigüedad. A comienzos de 1890 Rodin comienza a adquirir obras que proceden de Egipto, Grecia, Roma u Oriente Próximo. Así, las esculturas antiguas se exponen junto a los trabajos del propio artista.
A todas estas colecciones las acompañan también diversas esculturas de Camille Claudel, colaboradora, musa, modelo y compañera de este singular autor. Fue uno de los grandes amores de Rodin antes de conocer a la que sería la mujer de su vida, Rose Beuret.
Principales obras del Museo Rodin
El padre de la escultura moderna cultiva innumerables géneros a lo largo de su carrera. El cuerpo humano, desnudos, retratos, conjuntos escultóricos… su producción es muy extensa. En el Museo Rodin podemos encontrar sus obras más sobresalientes.
La Edad de Bronce, bronce, 1877
Se trata de la primera pieza importante en la carrera de Rodin. En ella podemos contemplar cómo el artista ya tiene un dominio completo sobre el cuerpo y el modelado. Aquí podemos admirar una escultura a escala humana real.
El Beso, mármol, 1882
La Divina Comedia de Dante es toda una fuente de inspiración para Rodin, como en esta obra. Representaba en su origen a los amantes Paolo y Francesca.
Estaba destinada a formar parte de la Puerta del Infierno. Pero la sensualidad y el erotismo de las figuras contradecía la temática de la puerta. Así, esta apasionada escultura se convirtió en una talla autónoma.
No dejes de rodear a estos dos personajes desde todos los ángulos para descubrir las diferentes perspectivas que encierran. Admira la fuerza expresiva de los cuerpos y el carácter non finito, uno de los sellos de Rodin: la pieza se deja inacabada, como si aún estuviera surgiendo del bloque, para que el espectador interprete la obra como desee.
Los burgueses de Calais, bronce, 1889
Probablemente sea el grupo escultórico más afamado de Rodin. Representa a los seis burgueses que en 1347 se ofrecieron a dar su vida para salvar a la ciudad sitiada de Calais.
Un monumento conmemorativo que huye de los estereotipos académicos. El artista logra una composición conmovedora, de gran dramatismo corporal. La angustia en los rostros y el torrente de sentimientos no te dejarán indiferente.
Monumento a Balzac, bronce, 1898
Realizada en honor al novelista Honoré de Balzac, Rodin pasó más de seis años documentando y estudiando la vida del escritor. Finalmente, lo presentó con la bata que usaba para escribir por las noches. Es una obra revolucionaria que muestra a un genio de mirada dominante.
El Pensador, bronce, 1903
Otra de las esculturas destinadas a decorar el tímpano de la Puerta del Infierno es hoy, por sí sola, una de las obras cumbres de Rodin. Un hombre sumido profundamente en sus pensamientos, pero con una poderosa musculatura. Este símbolo indiscutible del arte moderno es uno de los claros protagonistas en el jardín del museo.
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