Destinos que se ven mejor en foto que en la vida real
Seguramente ya lo has comprobado por ti mismo: hay destinos que se ven mejor en foto que en la vida real. Definitivamente, una cosa es ver las hermosas fotografías que vienen en las páginas de turismo y otra muy diferente es estar en el sitio real y comprobar que las apariencias engañan.
Esos destinos que se ven mejor en foto son, sobre todo, algunos de los más famosos. Se trata de sitios que muchas veces viven del turismo o en donde hay grandes inversiones turísticas. Por ello, se promocionan como verdaderos paraísos, pero pueden decepcionar cuando los tienes en frente.
Lo cierto es que muchos de estos tesoros son realmente espectaculares. Sin embargo, la falta de mantenimiento, de regulación o de ambos los ha deteriorado ostensiblemente. En otros casos están sobredimensionados, y a veces es tal la afluencia turística, que realmente es complicado apreciarlos. Por eso son destinos que se ven mejor en foto.
Más pequeños de lo que crees
Son joyas que se ven mejor en foto que en la vida real porque siempre las verás en primerísimo primer plano. Por lo tanto, te da la sensación de que llenan todo el espacio, cuando en realidad no es así. Cuando estás de frente descubres que, efectivamente, son sensacionales, pero más pequeñas de lo que imaginabas. Estos son tres ejemplos:
- La Gioconda en el Louvre. Nadie podría negar el enorme valor de esta obra del genio de genios, Leonardo da Vinci. El punto es que solo mide 77 x 53 centímetros. En otras palabras, es pequeño y tienes que estar en tu día de suerte para ver el cuadro de cerca, ya que siempre hay multitudes observándolo.
- Los dólmenes de Stonehenge. El sitio es absolutamente fantástico, pero el lugar exige un gran recorrido y al final no es tan grande como parece en las fotografías. Tampoco lo puedes ver de cerca.
- La Sirenita de Copenhague. Esta famosa escultura de Edvard Eriksen está en la en la bahía del puerto de Copenhague y es uno de los puntos más visitados en la ciudad. Pero no es tan grande como puede dar la impresión en las fotos: apenas si alcanza los 125 centímetros de altura. Sin embargo, eso no le resta belleza.
Destinos que se ven mejor en foto porque ocultan algo o lo retocan
Hay destinos que se ven mejor en foto porque nunca te muestran su entorno. Son sitios emblemáticos, que, sin embargo, tienen a su alrededor espacios no tan hermosos. Ejemplos de ellos son los siguientes:
- Las pirámides de Guiza. Son bellas y enigmáticas, pero a veces los vendedores de la zona no te dejan apreciar ni lo uno ni lo otro. Las fotos te las muestran como si estuvieran en pleno desierto, cuando en realidad las puedes ver desde puntos elevados de la ciudad.
- El Taj Mahal en India. Las fotos te muestran el bello monumento en medio de un cielo azul y con unos contrastes de color fabulosos. En la realidad, el cielo suele ser plomizo y los alrededores no son tan idílicos.
- La Ciudad Prohibida, en China. Es fabulosa, pero no creas que está alejada del mundanal ruido y, obviamente, esto le quita parte de su magia.
- Montaña Arcoirís, en Perú. Es un clásico peruano que se ve más espectacular con ciertos retoques. Los colores no son tan intensos como se ven en muchas fotos.
Sitios idílicos que en realidad están atesados
Una de las razones por las que hay destinos que se ven mejor en foto que en la realidad es que las imágenes promocionales presentan el lugar como si permaneciera vacío. La realidad es bien distinta porque los turistas llegan en masa y transforman por completo el panorama.
Uno de esos sitios es el Machu Picchu, en Perú. Las bucólicas montañas y los vestigios incas suelen estar repletos de turistas queriendo sacar el mejor selfie en el lugar. Y qué decir de Venecia, donde la afluencia de visitantes ha obligado a tomar medidas para intentar controlar de algún modo el turismo masivo.
Y esa masificación ocurre también en lugares como la Gran Muralla China, el glaciar Perito Moreno, el bosque de bambú en Kioto, las fuentes de Roma o las playas de Tailandia, entre otros. A todos esos sitios vale la pena ir, pero es bueno no hacerse falsas expectativas.