4 cosas que hacer en la capital de Noruega
Existen multitud de motivos para visitar Escandinavia y un buen lugar para comenzar el viaje es hacer la primera parada en Oslo. La capital de Noruega es una ciudad llena de atractivos y de increíbles espacios naturales. Una ciudad moderna y llena de contrastes que no pasan desapercibidos a nadie que se acerca hasta ella.
La capital de Noruega es una de las metrópolis europeas más preocupadas por mantener el equilibrio del medio ambiente. Además, aquí se pueden descubrir importantes museos y hacer parada en cualquiera de sus abundantes galerías de arte. Contemplar obras de arquitectura de excepcional belleza está al alcance de todos, como lo está disfrutar del aire libre. ¿Qué puedes hacer en Oslo? Te lo contamos.
1. Visitar la fastuosa Ópera de Oslo
La estructura de la Ópera de Oslo está basada en un bloque de hielo. Esta magnífica obra arquitectónica se encuentra situada en la parte derecha del puerto. Echarle un vistazo es toda una experiencia, pues parece emerger de los océanos. Es natural que los noruegos se sientan muy orgullosos de semejante edificio.
El edificio siempre resulta peculiar a los ojos de los turistas. No es para menos, ya que es posible pasear por su techo como si tal cosa. Y desde su parte más alta se alcanza a ver el impresionante paisaje del fiordo. En la parte exterior, destaca su imponente tejado, hecho de mármol blanco.
Contrasta todo con el interior, elaborado de madera. Sin embargo, lo más llamativo son sus espectaculares ventanales cubiertos de enormes cristales. Por si fuera poco, el acceso a este edificio tiene lugar a través de un maravilloso recibidor con forma de herradura.
“Un viajero sin capacidad de observación es como un pájaro sin alas.”
-Moslih Eddin Saadi-
2. Recorrer Vigelandspark, el parque de las esculturas
Uno de los parques más conocidos en todo el país es de Vigeland, lo es por sus famosas esculturas. Fue diseñado por Gustav Vigeland, discípulo de Rodin y que llegó a convertirse en uno de los escultores noruegos más famosos del mundo.
La entrada al parque resulta muy llamativa, ya que las estatuas comienzan a aparecer poco a poco, extendiéndose por este vergel. A nuestro paso podremos contemplar nada menos que 212 esculturas. Todas ellas hechas en granito y bronce.
Representan figuras tanto masculinas como femeninas, colocadas en diferentes posiciones y posturas. Algunas poseen un tamaño natural y entre algunas destaca un monolito de 14 metros de altura que se eleva hacia el cielo.
Como curiosidad, fue el propio Vigeland el encargado idear la planta del parque, además de cincelar todas y cada una de las tallas que en él se ubican. Hoy, en este edén, hay también un museo en su honor.
3. Visitar el Palacio Real de Oslo, espectáculo arquitectónico
El palacio comenzó a construirse en el año 1823 y se finalizó en el 1849, edificándose en 3 alturas. Llama poderosamente la atención la planta diseñada en forma de C. Actualmente hace las veces de residencia oficial de la realeza noruega.
Como también sucede en otros palacios, a sus puertas se puede contemplar el cambio de guardia. Y no solo eso, sino que sus jardines están cuidados con gran esmero, por lo que es una delicia pasear por ellos. Además, el palacio está situado en una colina, de modo que desde él es posible divisar la calle Karl Johan. Hablamos de la arteria principal de la ciudad.
4. Disfrutar del ambiente la capital de Noruega
Pasear por la capital de Noruega resulta una experiencia difícil de olvidar. Y es que se trata de una ciudad llena de movimiento y energía. Ofrece siempre a quien la visita una llamativa oferta cultural y formativa. Disfrutar del color del cielo y del aire fresco es encantador, al igual que lo es deambular por los parques y hacer una parada para disfrutar de alguna cerveza local.
Pero no hay nada más gratificante que hacer un recorrido en barco por el fiordo de Oslo. La oferta es amplia. Se pueden hacer excursiones en pequeños cruceros amenizados con música. Pero también existe la posibilidad de tomar un ferry.
Por supuesto, no podemos marcharnos de la capital de Noruega sin hacer una parada en la isla de Hovedoya. Desde ellas se divisa toda la ciudad. Allí podremos disfrutar de una mágica puesta de sol.