El castillo d'Escornalbou en la Costa Dorada

El castillo d'Escornalbou es uno de esos lugares poco conocidos que no esperas encontrarte en un destino turístico caracterizado por el ocio marítimo. Nos acercamos a un edificio medieval reinterpretado en el siglo XX e inmerso en un entorno natural maravilloso.
El castillo d'Escornalbou en la Costa Dorada
David Díaz

Escrito y verificado por el historiador David Díaz.

Última actualización: 06 enero, 2020

La Costa Dorada es un destino turístico muy importante de Cataluña, especialmente en la época estival. Sus magníficas playas son su principal atractivo. Pero en esta zona, además de playas, existen otros lugares con encanto para visitar. Uno de ellos es el castillo d’Escornalbou, en el término municipal de Riudecanyes.

El castillo d’Escornalbou se encuentra a tan solo 30 kilómetros de la ciudad de Tarragona y a 25 y 15 kilómetros de dos de los principales destinos turísticos de la Costa Dorada, Salou y Cambrils, respectivamente. Así que, si te aburres de la playa o tienes la mala suerte de presenciar una de las típicas tormentas de verano, visitar este emplazamiento puede ser una opción.

Los orígenes del castillo d’Escornalbou

Acceso al castillo d'Escolnarbou
Entrada al castillo

Los orígenes del edificio son inciertos. Hay expertos que remontan su construcción a la época islámica y otros a la época romana. Sea como sea, la primera noticia documental del emplazamiento es del año 1153, mientras que la primera noticia del castillo es del año 1170.

A finales del siglo XII se empezó a construir una iglesia dedicada a San Miguel, consagrada en el año 1240. Ciertamente, el lugar tuvo una existencia un tanto miserable, tanto espiritual como económicamente. La decadencia fue tan notable, que a principios del siglo XV el rey Martí I l’Humà inyectó una importante cantidad de dinero para restaurar el castillo con finalidades defensivas.

En el año 1580, el obispo de Tarragona cedió el lugar a la orden de los franciscanos. Allí establecieron un colegio que tenía el objetivo de formar a frailes para destinarlos a las misiones americanas. El recinto estuvo en manos de los religiosos hasta la exclaustración del año 1835. Desde ese momento la edificación quedó abandonada.

El castillo en el siglo XX

Iglesia de San Miguel
Iglesia de San Miguel

En 1908, el diplomático Eduard Toda compró el lugar y, siguiendo la moda de la época, lo restauró a su antojo para convertirlo en una residencia. Fue tal la interpretación personal de la reforma, que el diplomático obvió las indicaciones y recomendaciones del arquitecto Puig i Cadafalch. Convirtió el lugar en una “reinterpretación burguesa de la Edad Media”.

Eduard Toda cedió el castillo al arzobispado de Tarragona en 1926, que lo puso en venta. Desde entonces, el edificio pasó por distintas manos hasta que en 1983 pasó a ser propiedad de la Diputación de Tarragona y de la Generalitat de Catalunya.

Tras la ‘reinterpretación’ de Toda quedaron pocos elementos de la edificación original. Las únicas construcciones originales son la iglesia románica, algunos restos de la sala capitular y la estructura del claustro. Este último se convirtió en un jardín mirador desde donde se tienen unas vistas magníficas del Camp de Tarragona.

Visita al castillo d’Escornalbou

Torre del castillo
Torre del castillo

Para llegar al emplazamiento del edificio es recomendable hacerlo en vehículo propio. El castillo abre de martes a domingo con un horario variable dependiendo la temporada. Del mismo modo, las tarifas también varían según la temporada, siendo de cuatro euros en temporada baja y de siete en la alta.

El castillo no se puede visitar libremente, siempre se hay que hacerlo con visitas guiadas a excepción de la iglesia, el claustro, la cripta y los jardines. Para conocer los horarios y los idiomas de las visitas es recomendable contactar con el personal del monumento a través de los canales habilitados en su página web.

El recorrido por este monumento os permitirá conocer la interpretación que Toda le dio al conjunto arquitectónico medieval y también el ambiente de una casa acomodada de principios del siglo XX. En las diferentes estancias se pueden contemplar restos de las colecciones que el diplomático reunió en sus viajes.

Toda fue un apasionado por las culturas ‘exóticas’ y acumuló objetos de los distintos lugares donde ejerció de vicecónsul. Fue un enamorado de la cultura antigua egipcia y creó una importante colección privada de arte egipcio que donó al Museo Arqueológico Nacional de Madrid y al Museo Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú.

En suma, si te interesa conocer los ambientes donde se movía la burguesía catalana de principios del siglo XX, el castillo de d’Escornalbou es perfecto. También lo es si, simplemente, quieres desconectar del tumulto de gente concentrado en las playas y contemplar, desde una posición privilegiada, el Camp de Tarragona.