3 montañas míticas que te impresionarán

A lo largo de los siglos, las fuerzas endógenas de la naturaleza, sumadas a la erosión, han dejado su huella en el relieve, generando los bellos paisajes montañosos que podemos contemplar hoy en día. Montañas hermosas, a veces impresionantes, otras místicas y siempre con un matiz casi hipnótico.

Aunque parezca mentira, estos escarpados territorios de carácter húmedo, frío en incluso helado, están habitados aproximadamente por la décima parte de la población mundial. Si a esto le sumamos el interés cada vez más creciente que existe por deportes como el esquí, el alpinismo y la escalada, es fácil comprender el motivo que nos lleva a echar una amplia mirada a las alturas y hacer una lista de algunas de las montañas más famosas e impresionantes del planeta.

Montañas sagradas, cuando la religión enlaza con lo terrenal

1. Uluru, la roca sagrada de Australia

La que ha sido denominada como roca sagrada de Australia es un gigantesco monolito de granito de unos 350 metros de altura que se eleva repentinamente en mitad del desierto australiano.

Durante cientos de años este macizo ha sido considerado sagrado, tanto por las culturas tribales locales como por los pioneros que posteriormente pusieron sus pies sobre la tierra de los canguros.

El motivo es simple, la montaña es capaz de cambiar de color a lo largo del día. Debido a la refracción de la luz a las diferentes horas, conforme estas van pasando, el Uluru pasa de su matinal tonalidad ocre a un nocturno rojo sangre, provocando en el espectador la  sensación de que el astro rey ha sido capaz de calentar la piedra hasta hacerla arder.

De acuerdo a las leyendas aborígenes, la popularmente conocida como Ayers Rock vio su origen en el enfrentamiento de dos clanes rivales, cuyos retoños acabaron pereciendo a causa de un espíritu maligno con forma de dingo. La Madre Naturaleza sintió una enorme tristeza ante tal calamidad y resultado fue este fastuoso accidente geográfico.

2. Monte Fuji, la montaña sagrada de Japón

Las historias que han considerado sagrado este volcán japonés se remontan a la Antigüedad. A pesar de que la traducción correcta de su nombre es Fujisan, es comúnmente conocido en castellano como Monte Fujiyama.

La primera expedición que intentó alcanzar su cima de la que se tiene constancia fue llevada a cabo por un único y solitario monje budista en el año 663. A día de hoy, turistas de todo el mundo suben a su área más alta, ya sea para practicar deportes de invierno o para contemplar las espectaculares vistas que se obtienen desde su cenit. Paisaje que nos da idea de la ingente cantidad de cosas que ha contemplado esta espléndida montaña a lo largo de sus miles y miles de años de existencia.

Como curiosidad, cabe destacar que las mujeres tuvieron prohibido coronar su cima hasta que se proclamó la Restauración Meji en 1868. No obstante, los relatos típicos de la región afirman que varias féminas, esquivando las restricciones legales y vistiéndose con ropajes masculinos, consiguieron alcanzar su pico. De hecho, el primer registro documental que existe sobre tales acontecimientos fue escrito en 1605.

Cuestión de altitud

3. El Everest, la montaña más alta del mundo

Con casi 9.000 metros de altura, el Everest es la montaña más alta de la Tierra. Situada entre las exóticas tierras de Nepal y el territorio formado por la Región Autónoma del Tíbet, esta descomunal elevación de relieve le debe su nombre a un topógrafo que pereció sin llegar tan siquiera a los pies del promontorio que hasta entonces se conocía como el Pico XV.

Todas aquellas personas interesadas en iniciar un ascenso por sus escarpadas laderas se verán obligadas a pagar un permiso de aproximadamente 10.000 euros. Aquellos que no lo hagan podrán ser detenidos y conducidos por las autoridades competentes a la comisaría que posee el récord de ser la estación policial situada a mayor nivel del mundo, y que fue construida allí como mecanismo de control por el gobierno chino.

Tres montañas impresionantes, cada una por un motivo bien distinto, pero sin duda hermosas.