La Vía Verde de la Jara: deporte, aromas y naturaleza

La Vía Verde de la Jara conecta las fértiles tierras de la ribera Tajo con los pardos montes de Toledo. Sus paisajes y aromas fascinan a deportistas y viajeros.
La Vía Verde de la Jara: deporte, aromas y naturaleza
Daniel Casas

Escrito y verificado por el geógrafo Daniel Casas.

Última actualización: 25 marzo, 2020

Entre las fértiles tierras de la ribera del Tajo y los primarios bloques del Conjunto Villuercas, en la sierra de Altamira, se prolonga la Vía Verde de la Jara. Este camino natural discurre por lo que fue una vía de ferrocarril. Este tramo unía la pedanía de Santa Quiteria con el municipio de Calera y Chozas, ambos al oeste de la provincia de Toledo.

A lo largo de su recorrido de 52 kilómetros, los amantes de la bicicleta, del senderismo o la equitación podrán sumergirse en un ambiente natural ibérico como pocos donde los aromas a jara y tomillo irán ganando fuerza de principio a fin.

Calera y Chozas, origen de la Vía Verde de la Jara

Así lo reza la placa de cerámica que nos recibe en uno de sus accesos. Históricamente perteneció a la antigua tierra de Talavera de la Reina, pues estuvo bajo el señorío de arzobispos toledanos durante la Edad Media. Sus orígenes se remontan al Paleolítico, como atestiguan los restos hallados en los parajes de Cobisa, Miralobos o Arevalillo.

Vía verde en Calera y Chozas
Calera y Chozas

Calera y Chozas constituye la puerta de acceso a la Vía Verde de la Jara. Pero antes de iniciar el recorrido es recomendable visitar algunos de sus lugares de interés. Entre ellos destacan la iglesia parroquial de San Pedro Apóstol o la Casa palacial de Tórtolas, casona palaciega de los siglos XVI-XVIII.

Al iniciar la senda descendemos desde una pequeña loma en la que se asienta el municipio para recorrer buena parte de la vega del Tajo. Entre campos de secano a nuestra izquierda y de regadío a nuestra derecha avanzamos a lo largo de unos siete kilómetros hasta la primera parada, la dehesa de Silos.

A partir de aquí el paisaje cambia radicalmente. La acción del hombre se disipa entre encinares y cerros cubiertos de vegetación abundante. Tanto es así, que la única obra puramente humana digna de fotografiar por su espectacular altura la encontramos en el kilómetro diez de nuestro recorrido.

El conocido puente Amador es un viaducto que atraviesa el río Tajo. Sobre él se dan unas vistas espectaculares del río y de diversos tipos de rapaces que sobrevuelan las tajas por las que discurre.

Aldeanueva de Barbarroya

Aldeanueva de Barabarroya
Aldeanueva de Barabarroya – Daniglugoz / Wikimedia Commons

Tras cruzar el viaducto Amador nos vamos adentrando paulatinamente en campos repletos de olivos a lo largo de unos cinco kilómetros para llegar a la siguiente localidad, Aldeanueva de Barbarroya. Este municipio pertenece a la comarca de la Jara y data sus orígenes hace medio millón de años, momento en el que se fechan algunos instrumentos de piedra encontrados en sus límites.

Entre sus atractivos y celebraciones más autóctonas destacan el lavadero de la Fuente Blanca, que está declarado como Bien de Interés Cultural y las fiestas de la Virgen del Espino, celebradas a finales de agosto.

Continuando el itinerario nos embarcamos en un paisaje más austero en lo que a vegetación se refiere. Esta vez avanzamos entre lomas y riscos socavados por algún que otro túnel que nos lleva hasta el apeadero de Pilas. En esta zona el viajero se encontrará con numerosos molinos, muchos de ellos en ruinas, grandes viaductos y hasta quince túneles.

En el kilómetro 29 el trazado de la vía pasa junto a la estación de Nava-Fuentes. Desde aquí, los jarales cada vez se van haciendo más densos y su intenso olor impregna más si cabe esta aventura.

Campillo y Sevilleja, final de la Vía Verde de la Jara

Estación de Santa Quiteria en la Vía Verde de la Jara
Estación de Santa Quiteria

En el kilómetro 36 se alza la estación de Campillo-Sevilleja, a caballo entre estas dos localidades y sumida en una profunda hondonada jalonada por las aguas del río Uso.

Como dato curioso, en Sevilleja de la Jara se localiza uno de los principales centros de recuperación del águila imperial de España. Aquí la fauna, goza de igual proporción que la jara, por lo que es fácil encontrarse con todo tipo de rapaces, jabalíes, corzos y venados.

En los últimos kilómetros del recorrido la naturaleza se pone brava, pues el camino se sumerge entre afilados muros de pizarra que encajan la vía hasta dar paso a un enorme mar de jaras que lo cubre todo. En el kilómetro 44 está el apeadero de La Cervilla, próximo a la sierra de Altamira. Desde este se llega al kilómetro 52, colofón de la ruta, situado en la estación de Santa Quiteria.

A lo largo de los 52 kilómetros que recorren esta bonita y asequible vía verde, el viajero descubrirá fauna, vegetación, tranquilidad y aromas únicos que nos recuerdan a aquellos lugares, que, por fortuna, solo se pueden visitar en la España vaciada.