La misteriosa Teyuna o ciudad perdida en Colombia

Teyuna es un espacio arqueológico que aún no se termina de explorar. Se ubica en la zona norte de Colombia y alberga unas construcciones extraordinarias, que sobreviven en medio de una biodiversidad alucinante.
La misteriosa Teyuna o ciudad perdida en Colombia

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 23 noviembre, 2020

Teyuna o ciudad perdida es uno de los principales complejos arqueológicos de Santa Marta, en Colombia. Investigaciones recientes confirman que fue habitado por la cultura Tayrona del año 650 al 1600 de nuestra era, pero solo fue descubierto hasta 1973.

Teyuna es uno de los cuatro grupos indígenas en que se dividía la cultura Tayrona y que habitaron en la Sierra Nevada de Santa Marta. Allí se asentaron más de 250 poblados, distribuidos en las caras norte y sur occidental de la Sierra.

El descubrimiento inusual de Teyuna

La ciudad perdida fue edificada por la cultura Tayrona en torno al año 650, como mencionamos con anterioridad. Fue descubierta por guaqueros tras 400 años de abandono. Estos saquearon muchos tesoros arqueológicos que estaban presentes en los entierros hasta el año 1973.

En aquel momento, el guaquero Franky Rey, por razones desconocidas, dio a conocer a las autoridades la existencia de este asentamiento. Por ese motivo, el gobierno colombiano organizó una expedición de reconocimiento a través de un grupo de especialistas.

Estaban encabezados por el arqueólogo Gilberto Cadavid y guiados por Franky Rey, quien los condujo hasta llegar al lugar. Arribaron allí luego de atravesar la selva en una travesía que duro 12 días, hasta encontrar el complejo arqueológico.

Buena parte del lugar estaba destruido por los constantes saqueos; el resto estaba invadido por todo tipo de vegetación característica de la zona. En el informe que rindió el grupo de especialistas, era evidente que su estudio y recuperación tardarían varias décadas.

La Ciudad Perdida de Teyuna fue descubierta hace pocos años.

La respuesta del gobierno

En este punto, el gobierno colombiano no solo reconoció oficialmente la existencia de Teyuna o ciudad perdida, sino que destinó una partida presupuestal para recuperar la zona. En el proceso, fueron los mismos guaqueros quienes aportaron información valiosa, ya que ellos habían sido los únicos en presenciar el aspecto que tenía el lugar antes de empezar a saquearlo.

Las labores de despeje de la vegetación, mapeo, registro y recolección de pruebas no se hicieron esperar. A pesar de las largas jornadas, el clima caluroso y lluvioso y las enfermedades que contrajeron algunos de los investigadores, el proceso avanzó. Varios años después, se consiguió determinar que este asentamiento abarcaba alrededor de 35 hectáreas.

Las construcciones halladas

Entre otras reliquias, se encontró un camino ascendente de 1200 peldaños construidos en piedra. Había una compleja red de caminos que intercomunicaban diferentes espacios, varios sistemas de terrazas y múltiples anillos de roca.

En el lugar se puede apreciar una compleja arquitectura en piedra, con construcciones que conectan con diferentes muros y escaleras. A su vez, se comunican con varios sistemas de vivienda, lugares de almacenamiento de granos y centros ceremoniales.

Los antiguos pobladores habían construido grandes pueblos hábilmente intercomunicados, además de un acueducto que llevaba el agua hacia los cultivos por medio de canalizaciones. Con la invasión española, esta cultura huyó hacia los páramos.

En las 35 hectáreas descubiertas hasta ahora, se han hallado más de 169 terrazas construidas en roca. Desde hace varios años las investigaciones se detuvieron; se sospecha que la mayor parte de este territorio aún está por ser descubrirse.

Vivienda en la ciudad de Teyuna, Colombia.

La conquista española

Al momento del arribo de los conquistadores españoles a Santa Marta, la Cultura Tayrona era una de las mejor asentadas en lo que hoy es la Sierra Nevada de Santa Marta. En particular, se destacaba por tener una sociedad compleja y poderosa.

Teyuna era el centro político, económico y religioso de mayor importancia en la región, y pudo haber albergado hasta 8000 habitantes. Todo indica que el lugar fue abandonado por la constante destrucción y saqueo de los conquistadores españoles.

Los invasores nunca pudieron conquistar Teyuna; sin embargo, las enfermedades y la guerra diezmaron su población. Por esta razón, la cultura tayrona abandonó el territorio hacia el año 1600, y este cayó luego en el olvido.

El regreso

Los habitantes regresaron 100 años después a reconstruir sus aldeas y a recuperar sus costumbres y su estructura social que, en ambos casos, dependía de este contexto geográfico y sagrado. En la actualidad, sus pobladores siguen considerando a la Sierra como el centro espiritual de la humanidad.

Los descendientes directos de la cultura Tayrona, el pueblo Kogui, el Wiwa, el Arhuaco y el Kankuamo, hacen presencia en la zona hoy en día. Habitan el lugar con una misión clara: vigilar y proteger todo lo que existe en la Sierra Nevada de Santa Marta.

Teyuna no cuenta con las dimensiones de otras culturas, o no por lo menos a la fecha, pero comprende un territorio casi inexplorado que conserva su esencia. Además, es uno de los pocos lugares del planeta con aura propia, en donde conviven pasado, presente y futuro cubiertos por un velo de magia y misterio.

Las terrazas verdes son una característica de Teyuna.

La belleza de Teyuna

La Sierra Nevada de Santa Marta es un paraíso en donde la luz solar se enreda entre los brazos de los árboles cada vez que amanece. Existen cientos y cientos de aves de todos los colores que llenan de alegría el espacio impecable con su canto.

Mientras tanto, se descuelgan cascadas de agua por doquier, nacidas de las entrañas de la selva húmeda. Un bosque primario con todos los tonos posibles de verde permanece intacto desde hace miles de años.

Las montañas se encrespan hasta alcanzar los picos más altos, el Bolívar y el Colón, a cerca de 6000 metros de altura sobre el nivel del mar. Estas cumbres nevadas que desafían el calor del Caribe sin llegar a sucumbir.

Por todo esto, no sorprende que este lugar haya sido declarado como Reserva de la Biósfera y de la Humanidad por la Unesco en el año de 1979. Sus paisajes, su biodiversidad y lo sagrado se fusionan en un equilibrio perfecto.