Descubrimos Roma a través de sus obeliscos
Los obeliscos son monumentos que cautivan a cualquier observador gracias a sus peculiares características. Sus dimensiones, su tendencia a ser monumentales y su verticalidad embelesan no solo a quienes los ven ahora, sino a los romanos, cuando en el pasado y en su afán de conquistar el mundo antiguo, los tomaron de Egipto y se los llevaron a Roma. Hoy nos vamos a conocer estos sólidos estandartes y su carga histórica y simbólica.
Los obeliscos de Roma, breve historia
En el panorama urbanístico de Roma destacan los obeliscos, unos elementos arquitectónicos que desde siempre han atraído la atención de locales y visitantes. Ya en el pasado también cautivaron, tanto que los emperadores romanos, a partir de Ottaviano Augusto (27 a.C.- 14 d.C.), los fueron trayendo de tierras del Nilo . Con ellos se pretendía adornar monumentos, plazas y particularmente, los circos de Roma.
Todos los que datan de esa época han sido movidos de su lugar original, incluso hay algunos de ellos que esconden secretos. Lo cierto es que Roma es la capital del mundo que más obeliscos tiene. En total llegan a ser trece, de los cuales ocho son egipcios y el resto una copia de estos. Solo estos trece han podido resistir al tiempo, pero eran muchos más, entre ellos una joya, el obelisco más grande del mundo.
“El destino de uno nunca es un lugar, sino una nueva forma de ver las cosas.”
-Henry Miller-
Los obeliscos de Roma
1. Obelisco del Vaticano
Este es uno de los ocho obeliscos egipcios que se conserva aún en Roma. Se encuentra en la Plaza de San Pedro y mide más de 25 metros de alto y pesa alrededor de 330 toneladas. Es uno de los pocos que no poseen inscripciones o jeroglíficos en los laterales.
Fue colocado en ese lugar a petición del papa Sixto V en el año 1586. Está esculpido en granito de Asuán y originalmente estuvo delante de la torre del Templo del Sol en Heliópolis.
Fue trasladado por el emperador Calígula en el año 37 d.C. como símbolo de los tesoros conquistados en Egipto y erigido en el Circo de Calígula, más adelante Circo de Nerón. Este obelisco fue testigo del martirio de muchos cristianos bajo el mandato de Nerón, entre ellos San Pedro.
Durante el siglo XIX el astrónomo L.F.Gili, colocó en el pavimento de la Plaza San Pedro referencias de granito en las que la sombra proyectada de la cruz caía en los dos solsticios de verano y de invierno. Con estas modificaciones transformó el obelisco en un gnomon. Los discos de mármol también indican el paso del sol en los varios signos zodiacales.
2. Obeliscos Esquilino y Quirinale
Los obeliscos Esquilino y Quirinale tienen una curiosa historia. Ambos son gemelos y fueron descubiertos fragmentados. El Esquilino fue descubierto en el siglo XVI fragmentado en tres pedazos en las ruinas del Mausoleo de Augusto, detrás la iglesia de San Rocco.
Con unas dimensiones de 14,75 metros y 45 toneladas de peso, fue desenterrado por el papa Sixto V en el 1587 y junto con el Quirinale, fueron colocados en su lugar de origen. Dos siglos después, el papa Pío VI los trasladó a dos plazas separadas. Uno está en la plaza del Esquilino, frente de la Basílica de Santa María la Mayor y el otro frente al palacio presidencial en la plaza del Quirinale.
3. Obelisco Lateranense
Este obelisco es conocido por ser el más alto de Roma. Se encuentra en la Piazza San Juan de Letrán, entre la entrada al crucero de la basílica de San Juan y el Palacio de Letrán. Mide unos 45 metros y pesa unas 230 toneladas.
Era el segundo obelisco que había en el Circo Máximo y que fue traído desde el Templo de Amón en Tebas, construido por el faraón Tutmosis III en el siglo XV antes de Cristo.
4. Obelisco Flaminio
Fue el primer obelisco que llegó a Roma, traído desde Heliópolis donde se ubicaba delante del Templo del Sol. Fue trasladado por encargo de César Augusto en el año 10 a.C. y durante mucho tiempo estuvo colocado en el Circo Máximo.
Este magnífico obelisco fue construido por el faraón Ramsés II para dedicarlo al dios Ra. Cuenta con una altura de 23 metros y tiene jeroglíficos que muestran el nombre del faraón Ramsés II y de su hijo. Actualmente se encuentra en la Piazza del Popolo y su nombre se debe a la antigua Vía Flaminia.
No podemos pasar por alto el obelisco Agonale, ubicado en la Piazza Navona de 16,53 metros de altura. Tampoco el obelisco de la Piazza Minerva, el Minerveo, con solo 5,47 metros de altura y construido en granito rojo, es el más pequeño de Roma.