Pula, la esencia de la Antigua Roma en Croacia
Dentro de la península de Istria, al noroeste de Croacia y mirando al Adriático, Pula nos llama la atención por sus paisajes, pero sobre todo por su historia. Una historia que nos lleva a la antigua Roma, cuando esta era una ciudad importante dentro del Imperio.
Pula: un lugar mítico
La historia de esta metrópolis tiene orígenes mitológicos. Según la leyenda un grupo de colquídeos estaba persiguiendo a Jasón para recuperar el Vellocino robado. Al fallar en su objetivo no se atrevieron a regresar a su país por la deshonra que conlleva el fracaso y se quedaron para fundar una ciudad, Pula.
Más allá del mito, Pula ha sido un enclave más que importante desde la Antigua Roma. Y paseando por sus calles se percibe fácilmente el esplendor que tuvo en aquella época. Una ciudad con un importante foro, con teatros, con templos y también con sistema de suministro de agua y alcantarillado, como las más avanzadas ciudades del Imperio romano.
“Viajar hace a uno modesto. Ves el lugar pequeño que ocupas en el mundo.”
-Gustave Flaubert-
El legado romano en Pula
De la época en la que Pula fue ciudad romana quedan maravillosos vestigios. Vamos a conocerlos:
1. Anfiteatro
Data de la época de Augusto (siglo I) y es coetáneo del Coliseo de Roma. En sus mejores épocas tenía capacidad para albergar a 20.000 personas. De hecho, es el sexto anfiteatro más grande del mundo, con un eje mayor que alcanza los 130 metros.
Maravilloso con su planta elíptica de 72 arcos, se utilizó piedra caliza para su construcción y siguió utilizándose en la Edad Media para los torneos y ferias de caballeros. Lo que resulta sorprendente es que haya llegado hasta nuestros días. La razón es que en los siglos posteriores, al igual que ocurrió con el Coliseo, este anfiteatro se usó de cantera para otras construcciones de la ciudad.
En la actualidad es la sede del Festival de Verano, que incluye óperas, conciertos y festivales ecuestres con una capacidad de 5000 espectadores. Y es fantástico descubrir las viejas galerías subterráneas donde esperaban los gladiadores antes de saltar a la arena, túneles convertidos hoy en salas de exposiciones.
2. Arco del Triunfo
Desde el anfiteatro se puede caminar hasta el centro de la ciudad por la antigua Vía Flavia, la principal arteria de Pula en tiempos romanos. Por ella se atraviesa el monumento más antiguo, la Puerta de Hércules, que era la puerta de entrada a la ciudad y que no se conserva completa.
Así se llega a otro de los emblemas romanos de Pula, el Arco del Triunfo de Sergius. Se construyó entre los años 29 y 27 a.C. por orden de la familia de los Sergios. El objetivo era honrar con él a tres de sus miembros que ostentaron cargos relevantes en la ciudad.
Este arco estaba apoyado en otra de las puertas de acceso a la ciudad, la Puerta Aurea. Esta estructura, lamentablemente, fue derribada en el siglo XIX junto a buena parte de las antiguas murallas que rodeaban Pula.
3. Foro y Templo de Augusto
Como en cualquier otra ciudad romana, el foro era el epicentro de la vida política y social. Fue Augusto quien mandó construir en él un templo en honor a la diosa Roma, posiblemente entre los años 2 a.C. y 14 d.C. Es prácticamente lo único que se conserva del viejo foro.
A lo largo de su historia, el templo fue usado como iglesia e incluso granero. En la Segunda Guerra Mundial fue bombardeado y destruido en su totalidad. Sin embargo, años después se conseguiría reconstruirlo gracias a un minucioso trabajo.
Hoy alberga una importante colección de relieves. A su lado podemos hallar los restos de un templo gemelo. De él solo se conserva la parte trasera y se cree que fue construido en honor a Diana.
4. El castigo de Dirce
Los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial destruyeron parte del patrimonio de Pula, pero también sacaron algunos restos a la luz. Es lo que ocurrió con el Mosaico del castigo de Dirce, una maravillosa obra que representa como Dirce es castigada por Zeus y atada a un toro.
Se cree que este bello mosaico de 12 metros de largo por 3 de ancho formaba parte de una villa romana. Hoy se puede contemplar a un par de metros bajo el nivel del suelo y perfectamente protegido.