Conoce la preciosa Calleja de las Flores en Córdoba
Estrecha pero encantadora, la Calleja de las Flores es uno de los rincones más bonitos de Córdoba. Sus blancas paredes de balcones enrejados y flores colgando nos invitan a pasar por ella una y otra vez. Si viajas a la ciudad andaluza, búscala, esta pequeña calle te enamorará.
La Calleja de las Flores, en el corazón de Córdoba
La Calleja de las Flores es uno de los rincones de Córdoba que acapara más fotografías. Inconfundible, se encuentra en el barrio de la Judería, quizá el más tradicional del casco histórico de Córdoba. Es una bocacalle de la calle Velázquez Bosco, un arqueólogo que se encargó de restaurar varias portadas del templo mayor de Córdoba.
Y, más allá de su propia belleza, hay algo que la hace muy especial para todo aquel que visita la ciudad. La calle conduce a una pequeña plazoleta y, alejándose un poco de la entrada del callejón, se contempla la torre de la catedral. Esta es una de las estampas más hermosas que puedas disfrutar de la ciudad.
“Todos los viajes tienen destinos secretos de los que el viajero es consciente.”
-Martin Buber-
Una calle con historia
La Calleja de las Flores, como el barrio en el que se encuentra, tiene siglos de historia. Pero su imagen actual es bastante “moderna”. Fue a mediados del siglo XX cuando se sometió a una remodelación que le daría su aspecto actual.
La idea partió del alcalde Alfonso Cruz-Conde, quien decidió embellecer algunos de los rincones más representativos de Córdoba. Su hermano Antonio, posterior regidor de la ciudad, fue el que hizo realidad el proyecto, que incluía la Calleja de la Flores.
La renovación de la calle quedó en manos de un arquitecto municipal, Víctor Escribano Ucelay. Sustituyó el pavimento que había por un típico empedrado cordobés a base de cantos rodados. Además, diseñó dos arquillos de medio punto para mejorar la perspectiva de la calle, realzando la imagen dela torre de la catedral. Tras encalar las fachadas, la Calleja de las Flores quedó tal y como hoy la contemplamos.
Un pequeño rincón
La Calleja de las Flores es en sí misma un espectáculo visual y un deleite para los sentidos. Hay que recorrerla por competo, pero también hay que fijarse más allá de las paredes que guían el camino.
Merece la pena detenerse en la plazoleta en la que desemboca, en realidad un patio de vecinos. Un rincón de paredes engalanadas de flores y con una pequeña fuente en el centro, obra de Rafael Bernier, antiguo vecino de la plaza. De forma octogonal, en el centro se alza una columna de granito coronada por un capitel corinto que, dicen, data de la época romana.
Es desde esta plaza desde donde se toman maravillosas fotografías del Callejón de las Flores. Y es también un lugar ideal para descansar un poco y relajarse mientras se disfruta de las vistas.
De paseo por el casco histórico de Córdoba
Desde el Callejón de las Flores los pasos deben guiar por el centro de Córdoba para admirar esos tesoros que hacen única esta ciudad. Pero antes, por supuesto, hay que recorrer el barrio de la Judería.
1. Mezquita-Catedral
No basta con admirar la esbelta figura de su torre desde el Callejón de las Flores. La visita a la Mezquita-Catedral de Córdoba es obligatoria. Un edificio que se construyó como templo de oración musulmán entre los años 786 y 988 en arquitectura andalusí. Su bosque de columnas es, sencillamente, espectacular.
Cuando Córdoba fue reconquistada el templo pasó a ser cristiano y con el tiempo comenzarían las reformas. Primero se construyó en su interior la Capilla Mayor, para dar paso siglos después a una nave catedralicia.
2. Alcázar de los Reyes Cristianos
Fue mandado construir por el rey Alfonso XI de Castilla en 1328, en el lugar que ocupaba el palacio califal. Se usó como alojamiento de los monarcas durante varios años, mientras dirigían la campaña contra el reino de Granada.
Entre las torres que delimitan los muros del alcázar se descubren bellas estancias palaciegas. Pero si hay algo en él que maravilla son unos jardines espectaculares que invitan a perderse en ellos.
3. Puente romano
Se construyó en el siglo I d.C. Tiene una longitud de 331 metros y 16 arcos. En sus extremos destacan la Torre de la Calahorra y la Puerta del Puente. Durante siglos fue el único acceso a la ciudad sobre el río.