La historia de las misiones jesuíticas en América
Cuando escuchamos hablar de misiones jesuíticas en América, automáticamente, las relacionamos con las reducciones del Paraguay. Es el escenario donde se ambientó la famosa película La Misión. Sin embargo, los jesuitas establecieron otras misiones en distintos puntos de América.
Además, los jesuitas no fueron los únicos misioneros que se trasladaron a América. Otras ordenes religiosas como los franciscanos, dominicos, capuchinos o agustinos también establecieron misiones en territorio americano. Pero es indiscutible que las misiones jesuíticas son las más conocidas de América.
Los jesuitas, misioneros fieles al Papa
En el año 1534, Ignacio de Loyola, un vecino de la localidad de Azpeitia, en la actual provincia de Guipúzcoa, fundó una nueva orden religiosa, la Compañía de Jesús. Su fundador dejó plasmado en las constituciones de la orden que su finalidad sería la de “la salvación y perfección de los prójimos”.
Al igual que el resto de órdenes, los jesuitas profesan los tres votos normativos de la vida religiosa: obediencia, pobreza y castidad. Pero su fundador, con la finalidad de que los miembros de la congregación estuvieran siempre disponibles para ser enviados allí donde fueran requeridos por la misión de la Iglesia, estableció un cuarto voto.
El votum de missionibus es un voto de obediencia directa al Papa. Así, el sumo pontífice tenía la potestad de enviar a los jesuitas allí donde él quisiera, a tierras de fieles o infieles, sin excusa y sin demandar viático alguno. Según las constituciones, los jesuitas debían:
“Militar para Dios bajo la bandera de la cruz y servir solo al Señor y a la Iglesia, su Esposa, bajo el Romano Pontífice, Vicario de Cristo en la tierra”.
Los jesuitas, misioneros en América
La expansión hispano-lusitana por territorio americano fue reconocida por el Vaticano. A partir del año 1493, distintas bulas emitidas por los papas Alejandro VI, Adriano VI y Julio II, reconocían los derechos de posesión de los nuevos territorios conquistados por las potencias ibéricas.
Estas bulas fueron las bases del patronato regio de la monarquía hispánica. A través de este, los conquistadores asumían la obligación de propagar la fe cristiana en esos territorios cedidos por la Iglesia. De este modo, las coronas correspondientes tendrían la tarea de evangelizar a los indígenas americanos.
A través de estas bulas se otorgaron ciertos derechos y obligaciones a la Corona. La potestad de organizar la presencia de la Iglesia en las colonias americanas, cobrar el diezmo y organizar la actividad misional, entre otras. Pero, al mismo tiempo, era obligación de la Corona mantener al clero, las iglesias y las diócesis.
A raíz de esto, empezaron a llegar órdenes religiosas al continente americano. Las primeras fueron las de los dominicos y franciscanos. Posteriormente lo hicieron mercedarios, agustinos y, finalmente, los jesuitas. Los primeros miembros de la Compañía de Jesús llegaron al Brasil. Eso fue en el año 1549.
Las misiones jesuíticas en América
Los jesuitas se extendieron por el Virreinato del Perú, especialmente en las tierras bajas. Algunas de estas misiones fueron las de Chiquitos, Moxos y Maynas. A lo largo de todo el período colonial, fueron estableciendo misiones por todo el territorio americano.
Fundaron misiones en el Virreinato de la Nueva España, la de Sinaloa fue una de ellas. También en los Llanos de Venezuela, en la Florida, en California y en el Darién. Las famosas misiones jesuíticas del Paraguay fueron establecidas en el año 1610 en la región del Guayrá.
¿Por qué era necesaria la labor de los misioneros con los indígenas?
Antes de adentrarnos en las prácticas misionales, debemos entender cual era la visión que se tenía de los indígenas y por qué era necesaria la labor de los misioneros. O sea, cuáles eran los entresijos de la evangelización.
Evangelización y ‘civilización’
En primer lugar, al indígena se lo consideró, además de pagano, incivilizado. La tarea de los misioneros con los indígenas consistía en hacerles llegar la palabra de Dios y transformarlos en sujetos ‘civilizados’.
Evangelización y ‘civilización’ iban de la mano, pues la ‘civilización’ era indispensable para ser cristiano. Para ello, a través de la evangelización se quería convertir al indígena pagano al cristianismo y, al mismo tiempo, modificar sus praxis sociales, costumbres paganas que ataban a los nativos a la ‘no civilización’. Estas palabras de Pedro Borges son muy esclarecedoras:
[…] el indio, para ser cristiano, necesitaba primero ser hombre, es decir, abandonar las costumbres ‘agrestes y ferinas’, que lo asemejaban a las bestias salvajes, y practicar las propias de las personas civilizadas.
Después de todos los debates acaecidos en los primeros años de conquista sobre la racionalidad o irracionalidad del indígena, se llegó al convencimiento de que eran sujetos racionales. Esta racionalidad los dotaba de capacidades para abandonar el estado de barbarie en el que se encontraban.
Para lograr abandonar el estado de barbarie, una de las premisas básicas era establecer relaciones de comunidad. Conseguir que viviesen en policía. Esto significaba vivir socialmente en ciudades y pueblos, aprender agricultura, oficios manuales, construcción de viviendas, lectura, escritura y abandonar sus atávicas costumbres.
¿Cuáles eran las prácticas misionales de los jesuitas?
- Borges, P. (1987). Misión y civilización en América. Madrid: Editorial Alhambra.
- Misiones jesuíticas en América (s.f.). En: Wikipedia. Recuperad el 25 de julio de 2019 de: https://es.wikipedia.org/wiki/Misiones_jesuíticas_en_América.