La Bretaña francesa: descubre sus pueblos más bonitos
La Bretaña Francesa es una región de ensueño cuyos pueblos parecen sacados de un cuento. Pero hay tanto por ver, disfrutar y conocer, que parece imposible elegir solo unos cuantos lugares para disfrutar de todo su encanto. ¿Quieres venir con nosotros en una pequeña ruta?
Los pueblos imperdibles de la Bretaña francesa
La Bretaña francesa está sembrada de pequeños pueblos medievales maravillosos. Estos son algunos de los que no te debes perder, aunque seguro que si te animas a recorrer esta región descubres por ti mismo muchos otros. ¡Comenzamos!
Vitré
Sin duda, es uno de los escenarios más fotogénicos de la Bretaña gracias su castillo. Un castillo que tiene su origen en el siglo XI y que conserva su puente levadizo. Y no te pierdas su iglesia de Notre-Dame, un precioso ejemplo de gótico flamígero.
Pero no, no acaban aquí los encantos de Vitre. Te recomendamos que te dejes llevar por sus callejuelas medievales, flanqueadas por casas con entramados de madera. Habrá momentos en los que no sabrás si los edificios que ves y las calles que pisas son reales o un escenario.
Concarneau
A orillas del mar se encuentra esta bella localidad. De ella hay que destacar sus murallas, construidas en el siglo XIV. Pero esa ciudad amurallada, la ville-close, es en realidad un islote. Un lugar increíble donde los haya, a cuyos pies, en el puerto, aún podemos ver pequeñas barcas de colores amarradas.
Y también aquí merece la pena perderse y vagar sin rumbo por sus estrechas y empedradas callejuelas. Irás descubriendo tiendas tradicionales o pequeños tesoros como la plaza de Saint-Guénolé o el Château de Keriolet.
Josselin
Si sueñas con un lugar idílico en el que hacerte fotos de ensueño, este es el lugar que buscas. Tiene una fortaleza que se deja ver desde lejos y que ya te va sumergiendo en la magia de esta increíble localidad. Y es que Josselin es capaz de transportarte en el tiempo.
En el barrio de Saint-Croix podrás ver hermosas casas de piedra con entramados de madera y flores que adornan sus balcones. La más antigua data, nada menos, que de 1536. ¡Te quedarás sin aliento!
Rochefort-en-Terre
¿Qué se te viene a la mente cuando piensas en un pueblo medieval? Seguro que calles de adoquines, casas de piedra y madera, flores por doquier… Pues bien, ese lugar que tienes en tu imaginación es este hermoso pueblo. No dejes de conocer el parque del castillo, la iglesia medieval y su muralla.
Pero sobre todo, no te resistas a pasear por sus calles. Rochefort-en-Terre te sorprenderá por su maravilloso colorido, fruto de las flores con las que está engalanado en cualquier época del año, sin importar el frío o el calor. Y sus tiendas de artesanía bretona dan un toque aún más mágico al lugar.
Locronan
Nunca un pueblo gris alcanzó tal belleza. Y es que lo destacado de este pequeño pueblo bretón es el material con el que están edificadas sus casas: granito. Es así porque en la zona había una gran producción de esta piedra, muy valorada hace siglos.
El granito era un material caro, pero el comercio de lino y cáñamo dio prosperidad al pueblo. No obstante, este comerció dejó de crecer en el siglo XVII y Locronan se detuvo en el tiempo. Algo que agradecemos ahora, pues así podemos disfrutarlo.
Pont-Aven
El nombre proviene de su puente que cruza el río Aven, y se diferencia de los demás pueblos por el color claro de sus casas, por la naturaleza que rodea al río y, por supuesto, por sus famosas galletas.
Dicen que es uno de los pueblos con la luz más bonita del mundo. Tanto, que Gauguin presumía de haberse inspirado en él para sus grandes obras. O al menos eso cuentan los lugareños. Lo cierto es que nos lo creemos al conocer esta hermosa localidad.
“El arte no reproduce lo visible. Lo hace visible.”
-Paul Gaugin-
Vannes
El comercio portuario le dio una gran prosperidad durante siglos, y eso se refleja en sus palacetes y en sus casonas de entramados de madera. Y no son pocas, porque en esta localidad se mantienen casi doscientas de estas singulares viviendas.
Pero en Vannes hay mucho más. Aquí podrás admirar una de las murallas mejor conservadas de Francia, o una preciosa catedral del siglo XV. Todo, sin olvidar ese puerto al que tanto le debe.
¿Ya sabes por dónde empezar tu recorrido por la Bretaña francesa? Toma buena nota de estos pueblos y no te pierdas ninguno. Aunque te recomendamos que te dejes llevar sin rumbo y seguro que descubrirás muchos más.