Isabel la Católica y su colección de arte

Fue una reina devota y amante del arte. Su colección de pinturas, tapices y joyas fue una de las más importantes del momento y en la actualidad podemos encontrar parte de su colección en la Capilla Real de Granada, entre otros sitios.
Isabel la Católica y su colección de arte
Cristina Moreno

Escrito y verificado por la historiadora del arte Cristina Moreno.

Última actualización: 23 septiembre, 2019

Isabel la Católica está considerada como una de las primeras mecenas de la historia de España. Su gusto por el arte le llevó a ser la propietaria de cientos de piezas de joyería, pintura, escultura, cerámica, tapices, relicarios y libros, sobre todo de los iluminados. ¿Quieres saber dónde encontrar la mayor parte de ellos?

Su museo en la Capilla Real de Granada

El último reducto de Al-Andalus, el Reino de Granada, fue la obsesión de los Reyes Católicos, y en especial de Isabel, hasta su fallecimiento. Enamorada de la ciudad, dejó como una de sus últimas voluntades el ser enterrada en ella. En concreto, en una austera capilla para la que dejó dinero en su testamento.

Corona de Isabel la Católica
Corona de Isabel la Católica – PhotoLanda / Flickr.com

Esta capilla terminó siendo algo más suntuosa de lo que ella habría querido, debido a los deseos de su marido, Fernando el Católico, y de su nieto, el emperador Carlos V. En ella, además de su impresionante sepulcro tallado por el italiano Doménico Fancelli, podemos encontrar un pequeño museo que expone parte de su colección de arte.

Este museo es también resultado del testamento de la reina, pues en él dejó claro que las reliquias que poseía y sus joyas personales debían depositarse en la catedral de Granada. Y, tras la apertura de la Capilla Real a la visita pública, se abre este pequeño museo para que todos pudieran disfrutar de una de las colecciones de arte más importantes de España.

La colección de Isabel la Católica

'El descedimiento' de Hans Memling
‘El Descendimiento’ de Hans Memling – Wikimedia Commons

Así, en él se exponen no solo su corona real y su cetro, sino también una serie de relicarios personales entre los que destaca el relicario del Lignum Crucis. Es un preciosa pieza de arte en la que el árbol de Jesé se abre para abrazar la cámara en la que se encuentra la reliquia de la Santa Cruz.

Su espejo y su cofre para joyas son otras de las maravillas que se custodian en la Capilla Real de Granada. Pero lo que más destaca es la gran cantidad de tablas flamencas de los mejores artistas del momento. De esta manera, en su colección privada tenía obras de artistas de la talla de Hans Menling y Rogier Van der Wyden, entre otros.

Destacan La Adoración del Niño de Roger Van der Weyden y el Descendimiento de Hans Memling. Isabel también puso su mirada en Italia, donde el estilo renacentista estaba en boga. Así, en su colección podemos encontrar dos obras de insignes pintores italianos: La Oración en el huerto, un pequeño cuadro atribuido a Sandro Botticelli y Cristo de Pietro Perugino.

Pero Isabel no miraba solo fuera de España, sino que también realizaría peticiones a artistas españoles como Pedro Berruguete y Bartolomé Bermejo. Del primero se expone un San Juan Evangelista en Patmos, mientras que del segundo una tabla pintada por ambos lados: de uno La Epifanía y de otro La Santa Faz.

De su gran pasión, los tapices, de los que llegó a tener más de 300, quedan pocos en Granada. Destacan los que sirvieron como altar portátil en los viajes que realizaron los reyes a lo largo de los años que duró la reconquista de España.

El resto de los bienes de Isabel la Católica

Cuadro del político de Isabel la Católica
Cuadro del Políptico de Isabel la Católica en el Palacio Real de Madrid

El resto de los objetos que formaban sus colecciones sufrieron distintos destinos. La mayoría fueron devueltos a quienes se los habían regalado a la reina. Otros los heredó su hija Juana, otros quedaron en el Alcázar de Segovia –donde la reina pasaba largas temporadas– y otros muchos fueron vendidos. Así, su colección quedó dispersa y muchos objetos se han perdido.

Es lo ocurrido con los más de 300 tapices que había coleccionado Isabel. De ellos, pocos quedan en el palacio de la Granja de San Ildefonso. En concreto, son dos anónimos de estilo flamenco titulados El Nacimiento de Jesús y El árbol de Jesé y uno atribuido a Pierre Van Alest, titulado La misa de San Gregorio.

Otras piezas se custodian en iglesias, catedrales, conventos y monasterios de toda España, al haber sido donaciones expresas de la reina o compras póstumas. Es el caso de la gran custodia del Corpus Christi que regaló a Granada o la comprada por Cisneros para Toledo.

Fotografía principal: José Luis Filpo Cabana / Wikimedia Commons