Bragança, un hermoso territorio de frontera
La población de Bragança se encuentra al norte de Portugal, ya muy cerca de la vecinas tierras de España. Por esa condición de frontera no extraña que aquí nos encontremos un castillo como monumento más identificativo de la ciudad. Pero no solo eso. En Bragança os esperan otras muchas sorpresas.
Los orígenes de Bragança
La población se asienta sobre una colina desde sus orígenes. Y eso pasa desde mucho antes de que existieran Portugal y España, y por lo tanto la frontera entre ambos países. Porque los primeros pobladores de esta localidad fueron los celtas, y ellos son los responsables de esa posición elevada sobre el paisaje del entorno.
Ese mismo lugar luego sería ocupado sucesivamente por las tropas romanas, por los visigodos, por los invasores musulmanes y finalmente por los cristianos tras la Reconquista. Y si a los celtas les debemos la ubicación de Bragança y las excelentes vistas sobre el entorno, a los cristianos hay que agradecerles la construcción de los principales monumentos de la ciudad.
“La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos.”
– Fernando Pessoa –
El castillo y las murallas de Bragança
El perfil del castillo y sobre todo de su poderosa torre del homenaje domina toda ciudad. Esta torre en la actualidad es visitable, ya que en su interior hay un peculiar museo de armas históricas.
Y junto a la del homenaje está la torre de la Princesa, mucho más bucólica que la anterior, ya que aquí se ambientan varias leyendas de enamorados, cuya relación siempre acaba mal.
Esas torres son el corazón del castillo, pero desde ellas se desarrollan sus murallas, que todavía rodean toda la zona más antigua. Unas murallas muy poderosas como corresponde a la familia de los duques de Bragança, que llegaron a ser los reyes de Portugal y que por supuesto tenían a su ciudad como importante bastión fronterizo con España.
En la Bragança medieval
Esas murallas todavía guardan sus dos puertas de entrada al núcleo antiguo. Son el portal de San Antonio y el de la Vila. A partir ellas nos espera un conjunto empedrado de pequeñas calles.
Allí, además de las citadas torres, también merece la pena admirar la iglesia de Santa María. Un templo originado en tiempos del castillo, o sea, durante el Medievo. Si bien, fue muy transformado con el arte barroco del siglo XVIII.
Precisamente junto a ese templo se encuentra el edificio más curioso del conjunto. Una obra de extraña planta que se conoce como Domus Municipalis. Un espacio comunal para los vecinos, donde además de almacenar agua en su planta baja, se supone que se reunían para tratar los temas de interés vecinal. Es decir, era una especie de cabildo, y de hecho se considera el cabildo más antiguo de Portugal, al ser una construcción románica del siglo XII.
La actual Bragança
Toda esa zona antigua sigue habitada, pero la inmensa mayoría de la población vive en la zona baja. Allí se encuentra la Bragança moderna, lo que no significa que aquí no se pueda ver un interesante patrimonio histórico y artístico.
Una de esas joyas es la catedral, sobre cuya fachada encalada destaca un gran Calvario barroco dispuesto en la plaza mayor de la ciudad. Si bien, como complemento a tanto arte antiguo, Bragança igualmente ofrece la posibilidad de descubrir una instalación muy moderna como es el Centro de Arte Contemporáneo Graça Morais.
Y para quien haga turismo familiar en Bragança le recomendamos acercarse hasta el Centro de Ciencia Viva, que forma parte de una red de exposiciones temáticas repartidas por todo Portugal. En el caso de Bragança descubrirá un lugar que le explicará el porqué del cambio climático, entre otras muchas cosas, y cómo lo podemos evitar.
O sea, haremos turismo, aprenderemos algo y tomaremos conciencia sobre importantes cuestiones de ecología.