Alimentar animales salvajes en tus viajes: ¿por qué no hacerlo?

Cada vez más, las actividades turísticas están trasladándose al ámbito natural. En estas visitas, debemos evitar tomar iniciativas como, por ejemplo, ofrecerles comida a los animales.
Alimentar animales salvajes en tus viajes: ¿por qué no hacerlo?
David Díaz

Escrito y verificado por el historiador David Díaz.

Última actualización: 17 abril, 2020

En algunas de tus visitas a parques naturales, te habrás percatado de la existencia de carteles con indicaciones expresas de no alimentar a los animales salvajes. Seguro que te habrás preguntado por qué no hacerlo. En este artículo, vamos a intentar solventar esta inquietud.

Alimentar a los animales salvajes puede poner en riesgo sus vidas

Los expertos en la materia sostienen que alimentar a los animales salvajes puede ser peligroso para su bienestar. Ellos argumentan que, cuando se establecen comederos, estos atraen a muchos animales diferentes a un espacio reducido. Esto puede convertir el lugar en un caldo de cultivo de enfermedades y parásitos.

En Estados Unidos, distintos científicos han determinado que una enfermedad mortal que afecta a los ciervos se debe a la exposición a la orina y heces que se mezclan cuando los animales se juntan en los comederos. A medida que los comederos crecen, aumenta el riesgo que los ciervos transitan la enfermedad a otras especies.

Es verdad que muchos pensarán ¿qué tienen que ver estos comederos con que se le dé un trozo de pan a un adorable animal? Lo analizaremos en el siguiente apartado.

Los animales a los que vas a alimentar son salvajes

Debemos recordar que los animales a los que vamos a alimentar, por muy bonitos y tiernos que parezcan, son salvajes. Eso significa que, si se ven ante la necesidad de atacar, lo harán, y el único perjudicado será quien estaba alimentándolos.

En el Parque Nacional del Gran Cañón en Estados Unidos, las ardillas son los animales que más muerden a los visitantes. Pero una mordida no es lo peor que te puede pasar, pues estos animales son transmisores de enfermedades que te pueden traer algunos dolores de cabeza.

Alimentar a los animales salvajes puede provocar que ataquen a los humanos.

Otro de los motivos por los que no se debe alimentar a animales salvajes es que dejan de tener miedo de los humanos. Lo que esto puede provocar es que, ante la posibilidad de conseguir alimento, se enfrenten a niños o mascotas. En muchas ocasiones, esto obliga a los gestores de la fauna silvestre a sacrificar a los animales por el peligro que suponen para las personas.

Los animales salvajes prefieren la comida fácil

Debemos tener en cuenta que, cuando alimentamos a animales salvajes, estos dedican menos tiempo a buscar comida por ellos mismos. Esto genera que su territorio disminuya y que especies o individuos más agresivos monopolicen estos alimentos fáciles.

Esto puede generar que algunas especies modifiquen sus patrones migratorios, e incluso que aumente su reproducción. El hecho de dejar de buscar alimentos puede ser fatal, pues los padres no están enseñando a los hijos a aprovisionarse de comida en la naturaleza, y eso crea una excesiva dependencia del ser humano.

Ya apuntamos anteriormente que los animales salvajes empiezan a relacionar al ser humano con comida. Esto provoca que dejen de tenernos miedo. Puede parecer entrañable que una ardilla, un mapache, un ciervo o un mono se acerquen para comer de nuestra mano, pero en realidad es perjudicial para ellos, pues facilita la labor de cazadores furtivos, por ejemplo.

Pero no solo eso, sino que también provoca que algunas especies se adentren en las áreas urbanas en busca de alimentos. Son conocidos los casos de jabalíes que pasean libremente por las calles de los barrios próximos a Collserola en Barcelona o los que lo hacen por el barrio madrileño de Las Tablas.

Este fenómeno es más frecuente de lo que pensamos. En países asiáticos, algunas especies de monos provocan altercados en grandes ciudades; también ha ocurrido que algunos osos negros irrumpen en vecindarios de algunas ciudades de los Estados Unidos. Un ejemplo más cercano es el de los macacos en el Peñón de Gibraltar.

En fin, esto puede generar que los animales puedan ser fácilmente atropellados o que, como ya apuntamos, que nos transmitan algunas enfermedades. Queda claro que no es una práctica beneficiosa para ninguna parte, por ende.

Los animales siempre son los más perjudicados

Hemos visto que el hecho de que los animales salvajes se aproximen al ser humano puede conllevar algunos efectos negativos para nosotros, como enfermedades o ataques esporádicos. No obstante, en realidad, los maś perjudicados por esta actividad son los animales. 

Animales en el parque de la sierra de Cazorla
Animales del parque

Además de los efectos apuntados hasta ahora, dar de comer a los animales salvajes puede provocar alteraciones importantes en su dieta. Esto no significa que vayan a engordar, sino que algunos alimentos pueden llegar a ser tóxicos para la especie.

Por ejemplo, alimentar a los ciervos con maíz altera el equilibrio del ácido de sus estómagos. Asimismo, en el caso de los canguros, la comida facilitada por turistas puede provocar infecciones graves en sus mandíbulas que pueden matarlos.

También el ser humano puede transmitir enfermedades a los animales salvajes que, a diferencia de nosotros, no tienen hospitales para curarse. Esto puede provocar que su esperanza de vida se reduzca muchísimo.

En definitiva, si el cartel prohibitivo está ahí, tómatelo en serio porque no es una medida tomada para limitar la libertad de acción de los turistas. Se trata de una precaución que busca proteger y no alterar la vida de los animales.