Lugares emblemáticos: la tumba de Abelardo y Eloísa
El cementerio Père Lachaise en París es el más grande de Francia y se abrió en 1804. Es famoso porque alberga más de 70.000 tumbas, muchas de personajes célebres del arte, la política, la historia y la literatura, como Abelardo y Eloísa.
En este emblemático lugar se encuentra la famosa tumba de Abelardo y Eloísa siendo un rincón más que especial porque evoca una historia de amor como pocas.
Asimismo, el cementerio y particularmente esta tumba, llaman la atención por su maravillosa estética. Algunos dicen que el lugar es una galería con obras de arte al aire libre.
¿Quiénes eran Abelardo y Eloísa?
Abelardo nació en Bretaña, en el año 1079, y era hijo de un caballero de la nobleza baja. Era inteligente, atractivo y seductor, por lo que tuvo fama de Don Juan. Su gran vocación fue la docencia, así que fundó una escuela en París. Aunque tenía suerte con las mujeres, luego de conocer a Eloísa se enamoró perdidamente de ella y fue el gran amor de su vida.
Por su parte, Eloísa provenía de una familia de la nobleza en Francia. Era huérfana y había quedado al cuidado de su tío Fulberto. La mujer, además de bella, era inteligente, culta y hablaba tres idiomas como latín, hebreo y griego. Sus cualidades intelectuales eran excepcionales para las mujeres de aquella época.
El comienzo de la historia de amor
El tío de Eloísa eligió a Abelardo para que fuera el profesor de la joven, pues era muy conocido como filósofo, teólogo, poeta y monje. La cercanía entre los dos, pronto se convirtió en un intercambio de expresiones de amor, sentidas y sublimes.
Se conocieron en el año 1115, cuando Abelardo comenzó a darle clases a Eloísa. Parte de la magia de la conquista eran las hermosas cartas de amor que se escribían. Estas fueron pieza fundamental de la literatura francesa y Eloísa fue considerada una de las primeras escritoras destacadas.
Vale recordar que, Abelardo y Eloísa plasmaban en sus escritos los más hermosos sentimientos de amor, en un lenguaje poético y literario. Pronto los encuentros de retórica y versos se convirtieron en una aventura secreta y pasional. Así comenzaron una historia de amor revolucionaria, que rompía los prejuicios de la época.
Un amor clandestino
La relación entre Abelardo y Eloísa se hizo cada vez más fuerte y sus encuentros clandestinos se hicieron frecuentes. Los escritos revelan el delirio hecho carne, de unos amantes que fornicaban con prácticas violentas y extremas.
En uno de los encuentros clandestinos, Abelardo y Eloísa fueron sorprendidos por Fulberto, quien reprochó el acto y les impuso alejarse. No tardaron mucho en volverse a encontrar y Eloísa quedó embarazada. En consecuencia, Abelardo la disfrazó de monja, la secuestró y escaparon hacia otra jurisdicción. Más adelante dio a luz un varón que quedó al cuidado de Denyce, la hermana de Abelardo.
La tragedia de un amor prohibido
Tiempo después, Abelardo fue a París a pedirle perdón a Fulberto por la relación con su sobrina y le informó que se casarían. Sin embargo, la boda se haría en secreto para no afectar a Abelardo, quien por su oficio de monje debía mantener el celibato. Eloísa no deseaba casarse, pero finalmente aceptó.
Los amantes se casaron en París, pero luego Abelardo envió a su amada como novicia al convento Santa María de Argenteuil. Su amado saltaba un muro para visitarla. Fulberto estaba ofendido por la conducta y las astucias de Abelardo, así que contrató a un esbirro para que lo castrara.
Sin embargo, Fulberto fue castigado por el tribunal episcopal, perdiendo sus riquezas. Por su parte Abelardo y Eloísa se alejaron. Sin embargo, sustituyeron sus apasionados encuentros por una correspondencia más sosegada. Ella nunca dejó de hablar de sus sentimientos, pero él se fue mostrando cada vez más distante con el tiempo.
La tumba más Bella del cementerio Père Lachaise
Abelardo falleció en el año 1142 y Eloísa murió 21 años más tarde. Ella pidió ser enterrada al lado del hombre que amó y su voluntad fue cumplida. La leyenda mágica dice que el cadáver de Abelardo extendió sus brazos para recibirla en la última morada.
Hoy en día ambos yacen juntos en la tumba, como el homenaje a un amor eterno y trágico. Los restos mortales de la desdichada pareja fueron trasladados al cementerio Père-Lachaise en el año 1817. La tumba representa un tesoro para la humanidad y es considerada una de las más hermosas.
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