Islas Diómedes, una frontera entre dos mundos

Las islas Diómedes tienen muchas particularidades. No solo albergan los últimos vestigios de una cultura en vía de extinción, sino que además fueron el escenario de una historia lamentable para la humanidad y dividen al mundo en dos.
Islas Diómedes, una frontera entre dos mundos

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 20 octubre, 2020

Las islas Diómedes son dos, la más grande es rusa, mientras que la de menor tamaño es estadounidense. Aunque las separa tan solo una distancia de 3,7 kilómetros, entre una y otra hay una diferencia horaria de 21 horas.

Por eso se dice popularmente que en las islas Diómedes comienza y acaba el mundo, o que se puede celebrar el Año Nuevo dos veces en el mismo año. Juntas formaron parte del territorio Inuit, pero la Guerra Fría  acabaría con esta unidad.

Datos básicos sobre las islas Diómedes

Las islas Diómedes se encuentran ubicadas entre el mar de Chukchi y el mar de Bering, un lugar en donde los continentes asiático y americano casi se tocan o, como ha sucedido en el pasado, se han conectado a través de las diferentes glaciaciones por el Estrecho de Bering.

En la actualidad, y de manera temporal, las dos islas se comunican entre sí como resultado de la congelación del mar que las rodea durante el invierno. Por eso, es posible caminar de una a otra, pues solo las separa una longitud de 3,7 kilómetros.

De hecho, esta era una ruta comercial entre las diferentes regiones de la zona hasta 1945, cuando se dio inicio a la Guerra Fría. Como resultado, se creó una grieta cultural en el pueblo Inuit que hasta el día de hoy permanece.

Mapa con la ubicación de las islas Diómedes.
Imagen: Captura de pantalla de Google Maps.

La cultura Inuit

La cultura Inuit  está compuesta por diversos pueblos que habitan desde hace miles de años en el Ártico. Sus antepasados provienen de Siberia, en el norte asiático, y llevaron a cabo migraciones y asentamientos en las zonas boreales de América, Alaska y Groenlandia.

Los Inuit aprendieron a sobrevivir en las duras condiciones que impone el hielo. Estos habitantes son nómadas que siguen las migraciones de los animales de los cuales dependen; en general, cazan caribúes, focas, peces y ballenas para su subsistencia.

Se estima que existen alrededor de 100 000 Inuit en todo el mundo. Aunque su cultura es muy rica, rivaliza con los fuertes procesos actuales de globalización. Se dice que los Inuit pueden distinguir más de 30 tonalidades de blanco en la nieve y el significado de cada uno, al punto de poder predecir el clima, entre otros aspectos.

La Guerra Fría

Cuando los «ganadores» de la Segunda Guerra Mundial se distribuían los territorios de quienes perdieron, el mundo fue dividido en dos. La rivalidad entre los principales protagonistas, Estados Unidos y la Unión Soviética, dio origen a lo que se conocería como la Guerra Fría.

Esta duraría de 1945 a 1991 y generaría todo tipo de situaciones, como una carrera armamentista y la posibilidad de una guerra nuclear con saldos desastrosos para la humanidad. Por fortuna, jamás se concretó, pero sí mantuvo al mundo en vilo.

De lo que se trataba era de imponer un modelo ideológico y un sistema de mercado al mundo entero. Para ello, los dos países recurrieron a todo tipo de estrategias que, por supuesto, incluyeron arbitrariedades, alianzas, invasiones, espionaje, guerras y propaganda sucia. Esta situación culminó con la caída de la Unión Soviética en 1991, pero las consecuencias para las islas Diómedes todavía se sufren.

Paisaje en la costa oriental de Rusia, en dirección a las islas Diómedes.
Paisaje en la costa oriental de Rusia, en dirección a las islas Diómedes.

El juego del poder en las islas Diómedes

El efecto de la Guerra Fría sobre el pueblo Inuit fue la ruptura familiar y cultural en 1945, como sucedió con la Alemania de entonces. La mitad para los rusos y la otra mitad para los estadounidenses, o una isla para los moscovitas y la otra para los norteamericanos.

La Unión Soviética tomó la decisión de trasladar a toda la población de la isla que le pertenecía y reubicarla. En su lugar, creó una base militar que resguardara sus fronteras y las protegiera de cualquier intento de avance norteamericano.

Por su parte, Estados Unidos hizo algo similar, con la diferencia de que mantuvo a la población en su isla. En la actualidad, en este territorio hacen presencia tan solo algo más de un centenar de habitantes Inuit. La isla rusa se encuentra deshabitada y la estación militar, abandonada.

Una cultura en vía de extinción

Lamentablemente, esta separación de sus familias y culturas aún se mantiene, y aunque se han producido algunos felices reencuentros, la mayoría probablemente morirá sin haber conseguido esta meta.

Como efecto adicional, los Inuit del lado norteamericano se han ido adaptando al estilo de vida estadounidense y, por tanto, hablan inglés. Del lado ruso sucede algo parecido, con lo que los pocos reencuentros han estado teñidos de frustración por la imposibilidad de comunicarse fluidamente.

Esto no deja de ser preocupante, ya que en la actualidad, y como resultado de la transculturización, tan solo existen ocho Inuit que hablan la lengua nativa. Entre ellos, solo dos saben escribirla y todos son ancianos.

Mujer representante de la cultura Inuit.

Viajar en el tiempo

En 1884, un grupo de geógrafos se reunió para establecer el uso horario que prevalecería en todo el mundo. Fue allí cuando se decidió que el meridiano de Greenwich, en Inglaterra, se consideraría como el meridiano 0°.

También se estableció que el meridiano 180° sería la línea internacional de cambio de fecha. Esto significa que el planeta fue dividido en sectores de 15° con líneas imaginarias y verticales, para un total de 24 tajadas, en las que cada una representa una hora.

Como resultado del movimiento de rotación de la Tierra y para establecer la hora de cada país, debe seguirse un procedimiento. Este consiste en sumar una hora hacia el oeste y restar una hacia el este por cada meridiano recorrido.

Esta situación lleva a que en el punto geográfico en el que se encuentran las islas Diómedes exista una diferencia horaria de 21 horas. Dicho de otra forma, una persona que se encuentra en la isla rusa podría pasar el Año Nuevo allí y luego de recorrer 3,7 kilómetros hasta la isla norteamericana y al día siguiente volver a festejar el año nuevo aquí. ¡Así son las curiosidades de la historia y de la geografía!