6 curiosidades de los moáis de la Isla de Pascua
Los moáis de la Isla de Pascua son el principal atractivo de este fascinante lugar. Y pese a que aún son muchos los misterios que los rodean, a lo largo de los años se han hecho descubrimientos sorprendentes de los mismos. A continuación, te descubrimos algunos de los más interesantes. ¿Nos acompañas?
1. Hay unos 900 moáis en la Isla de Pascua
Podemos encontrárnoslos en distintos puntos de la isla: unos 400 permanecen en la cantera de Rano Raraku; 288 están vinculados a los ahu; y el resto están dispersos, por lo que posiblemente fueron abandonados en la ruta hacia algún ahu, que es una plataforma ceremonial de la isla de Pascua donde se rendía culto a los ancestros y donde se asientan los moáis.
2. Representan los ancestros de la tribu de la isla
Aunque aún no se sabe a ciencia cierta por qué fueron construidos, la teoría más aceptada les otorga un significado religioso, pues al parecer representan a los dioses de los Rapa Nui, los primeros habitantes de la isla.
También se dice que visibilizan a los antepasados más importantes, los cuales, después de muertos, extendían su poder espiritual sobre la tribu para protegerla.
“Viajar sirve para ajustar la imaginación a la realidad, y para ver las cosas como son en vez de pensar cómo serán”.
-Samuel Johnson-
3. Los hay de diferentes tipos
Los moáis de la Isla de Pascua se crearon con distintos materiales. La mayoría (más de 800) fueron tallados en la toba lapilli del Rano Raraku, 22 en traquita blanca, 18 en escoria roja y 10 en basalto. También presentan diferentes tamaños, siendo la altura media de de unos 4,5 metros, y el peso estándar, de 5 toneladas.
De todos ellos sobresale el moái Te Tokanga (El Gigante) en Rano Raraku. Aun inacabado mide 21,65 metros y habría llegado a pesar más de 270 toneladas. Tanto esta como otras estatuas de gran tamaño se encuentran en la ladera de la cantera.
Por otro lado, la diferencia de diseño en los moáis tiene que ver con el periodo en el que se construyeron. Así, los primeros son más pequeños y tienen una cabeza y un cuerpo más redondeados. Después adquirieron un aspecto más estilizado, con formas más rectas, grandes orejas y nariz larga y picuda.
Por tanto, aunque a simple vista todas las estatuas pueden resultar parecidas, no hay ninguna igual que otra. Y es que, como ya sabemos, cada moái representa a alguien que existió de verdad, por lo que sus rasgos están personalizados, así como decorados con dibujos e inscripciones diferentes.
4. El misterio de la construcción de los moáis
Como acabamos de ver, la mayoría de los moáis fueron construidos con la piedra extraída del cráter del volcán Rano Raraku, extinguido a día de hoy. Los trabajadores, en vez de transportar los bloques a un lugar determinado para hacer las esculturas, las fabricaban allí mismo. ¿Cómo?
Pues bien, parece que primero elegían una piedra de grandes dimensiones y empezaban a tallarla por la parte frontal. Cuando ya estaba esculpida, se dedicaban a quitar piedra hasta que quedaba desprendida de la roca.
Después la empujaban montaña abajo, e iba a parar a un agujero que habían hecho previamente en la tierra y que les permitía ponerla en pie. Entonces, terminaban de tallar la espalda.
Respecto a su traslado -porque no el destino final de todas estaba junto a su lugar de fabricación-, a los pies del volcán había cuatro caminos que conectaban con diferentes zonas de la isla. Tan solo tenían que elegir uno y colocar la estatua en una especie de trineo hecho con troncos. Ya en su destino, se colocaban sobre los ahu.
5. El moái Tukuturi, el más antiguo
Se estima que data del siglo VI. Fue descubierto en los años cincuenta y se trata de una figura femenina que se encuentra arrodillada, con la cabeza ligeramente elevada hacia el cielo y con las manos en posición de orar.
Se diferencia de las demás por su posición, pero también porque es de pequeño tamaño y porque tiene rasgos más humanos. Para verla solo hace falta trasladarse a una de las laderas del volcán Rano Raraku.
6. Ningún moái conserva sus ojos originales
De todos los moáis, alrededor de trescientos presentan profundas y ovaladas cuencas oculares. Se sabe que estas no estaban vacías porque un grupo de excavadores encontraron un objeto ovalado de coral blanco con una abertura en el centro para encajar una pieza de escoria roja: el iris. A día de hoy no se sabe como se desprendieron de las estatuas.