5 tipos de personas con las que no deberías viajar
Todos sabemos que hay ciertos tipos de personas con las no deberías viajar, jamás. Un viaje, al igual que cualquier faceta de nuestra vida, hay que realizarlo en la compañía oportuna.
Nuestros viajes son momentos únicos en lugares a los que quizás nunca regresemos. Por eso es un asunto muy importante seleccionar bien a nuestros compañeros. Aquí van unos cuantos modelos de conducta de los que debemos huir. Cada uno que les ponga nombres y apellidos.
1. El tacaño
Como ya hemos dicho, un viaje proporciona momentos irrepetibles. Todos nos gastaríamos más dinero en nuestras vacaciones, pero las limitaciones económicas mandan. Eso sí, no hay que contar hasta el último céntimo, hay que ser generosos con nosotros mismos y darnos un merecido homenaje.
Por eso, un roñoso es un tipo de persona con la que no deberíamos viajar. Las actitudes tacañas pueden llegan a agobiar. Pueden fastidiar una buena comida, quién sabe si habrá otra oportunidad de hacerla a orillas de los canales de Venecia o en un asador de Buenos Aires.
Estas experiencias y otras muchas son irrenunciables durante un viaje y es una lástima andar mirando el bolsillo y no saborear la comida. La verdad es que la compañía de un tacaño puede acabar en una discusión que seguramente acabe diciendo aquello de que “para esto no vengas, quédate en casa”.
2. El guarro
Otro tipo de persona que no es deseable en un viaje, son aquellos que no abusan de su higiene. Es decir, los marranos. Sus olores y su aspecto nos acabarán molestando y también nos afectará cuando nos sentemos en un restaurante o al pedir habitación en el hotel.
Imaginaros ciertas situaciones incómodas. Por ejemplo, nuestro compañero, o compañera que también las hay, no desprende un olor precisamente agradable. Pues bien, haciendo cola para subir a la parte alta de la Torre Eiffel, el resto de gente de la cola no identifica la persona concreta que despide ese olor, así que nos pueden mirar a nosotros con asco. Y no digamos ya, cuando nos metamos con ellos en el ascensor que lleva al mirador. Minutos muy largos, sin duda.
3. El hiperactivo
Todos hemos oído a amigos y familiares que vuelven de un viaje y lo describen así: “muy bonito, pero muy cansado”. Esto indica que no fue realmente satisfactorio ni placentero. Es decir, un viaje muy cerca de ser un fracaso.
Nos puede pasar lo mismo si viajamos con una persona hiperactiva, que lo quiere ver todo y hacer cualquier actividad que le propongan. Sea el viaje que sea, lo puede transformar en un suplicio.
Si vas con él a Nueva York, te agotará yendo de rascacielos en rascacielos. Cuando a lo mejor lo que te apetece es comprar un perrito caliente en Central Park, tumbarte en la hierba y sencillamente ser consciente de que en ese momento estás en la Gran Manzana.
Otro ejemplo más. Viajas con un hiperactivo a la Riviera Maya, tú buscando el relax bajo un cocotero. Pero tu compañía quiere bucear, montar en moto acuática, ver todos los templos precolombinos del entorno, remar en kayak, salir a pescar, etc, etc… El final siempre será el mismo, pidiéndole que te deje en paz con tu tumbona y tu mojito.
4. El broncas
Más tipos con los que no deberías viajar. Ahora le toca el turno al broncas, que puede tener dos variantes, el bocazas y el agresivo. En ambos casos, te puede arruinar un viaje.
El bocazas y sus comentarios pueden conseguir que te sirvan la peor paella del chiringuito de playa, ya que ha ofendido al camarero desde el primer momento con sus comentarios. Y claro, se ha vengado sirviendo un poco tarde, el tiempo justo para que se pasara el arroz.
Mientras, el tipo broncas agresivo puede ser un gran problema en destinos donde la gente también es de sangre caliente. Por ejemplo, en Atenas o Marrakech, donde el juego del regateo puede acabar muy mal para todos.
“He descubierto que no hay forma más segura de saber si amas u odias a alguien que hacer un viaje con él.”
-Mark Twain-
5. El gobernante
Y por último, aquí va un tipo de persona de la que debes huir en tus viajes, el gobernante. No puedes permitir que tus vacaciones las conduzca otra persona. Ya tienes todo el año un jefe en el trabajo. No te lleves otro de viaje.
El encanto de un viaje es la sensación de libertad que proporciona. Parece que todo esté a tu disposición. Sin embargo, un mandón o mandona inmediatamente se carga esa magia.
A todos nos vienen ejemplos a la cabeza. Pero aquí va uno. Viaje a Londres, y la orden es: vamos a subir al London Eye porque luego tenemos que ir a comer a las 12,30, antes de las dos salir del pub y entrar a la Catedral de San Pablo…. y así el estricto planning para todos los días. Cuando a ti te apetece irte a Candem o a Portobello (según tus gustos) y pasar el rato de compras, sin prisas y ya comerás algo en un puesto callejero cuando tengas hambre.
Si quieres disfrutar de verdad de un viaje inolvidable analiza bien a tus posibles compañeros de aventuras. Hay personas con las que no deberías viajar, recuerda que siempre es mejor hacerlo solo que mal acompañado.