Quimper, una preciosa villa medieval en Bretaña
Quimper es una de esas gratas sorpresas que ofrece un viaje por la costa de la Bretaña francesa. Una ciudad a orillas del río Odet, que se transforma aquí en una ría para desembocar en el Atlántico unos cuantos kilómetros más allá. Una visita encantadora y que se convierte en un destino fantástico para una escapada por el norte de Francia.
Quimper, capital del Finisterre bretón
El atractivo aspecto de Quimper se debe en parte a su emplazamiento geográfico. Algo que también tiene una clara incidencia en su desarrollo histórico. Quimper no solo está bañada por el río Odet, sino que muy cerca se unen las aguas del Steir. De hecho, Quimper en bretón es Kemper, que significa la confluencia.
Pues bien, la formación de la ría avanzando hacia el océano hizo que este lugar se considera el Finisterre. Y allí se decidió establecer un importante puerto. A él se debió en gran parte la riqueza de la ciudad y, por lo tanto, del desarrollo de su peculiar arquitectura.
La catedral de San Corentin
De todo el conjunto monumental de Quimper, sin duda alguna, destaca su impresionante catedral gótica. En ella se trabajó durante tres siglos. Desde el exterior del templo lo más llamativo son sus dos altivas agujas, que alcanzan casi los 80 metros de altura.
Mientras, en su interior llaman la atención las vidrieras, así como un coro del siglo XIV. No obstante, hay que decir que con posterioridad a la Revolución Francesa, la iglesia sufrió graves daños y se quemó gran parte de su mobiliario. Se transformó en un templo de la Razón, aunque hoy en día ha retornado a su uso religioso.
En el entorno de la catedral
Es en las inmediaciones de esta gran iglesia donde se despliegan las calles más atractivas. Unas calles que llevan nombres de lo más curioso, como calle de la Pimienta (rue de Poivre) o plaza de la Mantequilla (Place de Beurre).
En ellas hay un interesante repertorio de la arquitectura típicamente bretona, que se caracteriza por sus fachadas con entramado de madera. Son un laberinto de calles donde se establecieron los gremios durante la Edad Media. Esa es la razón de nombres como calle de los Zapateros o de las Carnicerías.
Lo mejor es ir caminando sin rumbo, sorprendiéndose con las construcciones de Quimper. Algunas son tan atractivas como la Casa de las Cariátides, llamada así por las esculturas de su fachada y que se levantó en el siglo XVI.
La zona del Duque de Bretaña
Antaño, el poder del obispo de Quimper era enorme, pero lo tenía que compartir con el del duque de Bretaña. Esa diferenciación también se nota en el paseo por la ciudad. Y es que para ver los dominios ducales hay que acercarse a la Place Terre au Duc.
No obstante, de las construcciones del duque ha llegado poco hasta nuestros días. Por ejemplo, se hizo construir aquí un pequeño castillo-palacio del que apenas quedan vestigios en la actualidad.
Otras curiosidades durante el paseo por Quimper
Lo cierto es que caminar por las calles de Quimper es todo un placer. Y no hay que plantearse rutas fijas, sino dejarse llevar por el instinto. Así, podremos ver cerca de la catedral una estatua de René Laënnec. Fue un médico local que inventó el estetoscopio para ser más pudoroso al auscultar a las mujeres.
Igualmente, el paseo nos puede llevar hasta el Jardín de la Retraite, donde veremos especies vegetales propias de Bretaña y otras mucho más exóticas. Y del mismo modo, os recomendamos pasear por las orillas del río e ir cruzando las bonitas pasarelas que unen ambas riberas.
El Museo de Bellas Artes de Quimper
Si visitas Quimper y eres un amante del arte, aquí te vas a encontrar un museo que es una pequeña y sorprendente joya. Un museo que atesora obras del gran pintor barroco Rubens; del máximo representante del arte rococó, como es Fragonard; o de uno de los primeros impresionistas, como Boudin.
En fin, comienza a preparar un viaje a Bretaña y no te olvides de incluir la visita a Quimper entre tus planes. Es una ciudad que te va a sorprender mucho más de lo que imaginas.