Las obras más famosas de Miguel Ángel
Las habilidades y el sentido de perfeccionismo de Miguel Ángel eran inagotables. Tanto, que nadie ha podido superar su particular y meticulosa manera de expresar la realidad. Por ello, repasaremos algunas de sus obras más famosas. ¡Seguro que quedarás impresionado!
Miguel Ángel ha sido, sin duda alguna, uno de los mayores exponentes artísticos del Renacimiento italiano. Al igual que personajes tan destacados como Leonardo da Vinci, Donatello o Boticelli, este gran artista planteó una nueva concepción no solo del mundo del arte, sino también de toda la civilización europea.
La pintura de Miguel Ángel
Bóveda de la Capilla Sixtina
Se trata de uno de los mayores frescos de la historia y, por supuesto, de los más logrados. Su enorme complejidad resalta nada más entrar en la gigantesca sala de la capilla y alzar el rostro. Por ello, es muy popular en todo el mundo. Y no queda duda de que se trata de algo digno de admirar.
Miguel Ángel decidió plasmar en dicha cúpula la completa narración del Génesis. Para ello, dividió el techo en secciones, simulando diferentes elementos arquitectónicos. Esos adornos hacen las veces de marcos para las diferentes escenas.
Te recomendamos esta visita a la capilla, conocer sus secretos y evitar las interminables colas.
De todos ellos, la Creación de Adán viene a ser el más poderoso. Debido a lo complicado de llevar a cabo tan inmensa labor y a la negativa del propio artista a tener ayudantes, le llevó varios años terminarla.
Tondo Doni
En su faceta como pintor, Miguel Ángel no solo se dedicó a los frescos y las pinturas murales. También hizo otras obras de menores dimensiones y con otras técnicas. Y de entre todas ellas hay que destacar el delicado Tondo Doni que realizó entre 1503 y 1504 por encargo de Agnolo Doni, un reputado comerciante textil de la época.
Le pidió que hiciera esta obra para celebrar el matrimonio de su hija con un rico banquero, por ello el tema elegido fue el de La Sagrada Familia. Una obra que decoraría la vivienda del joven matrimonio y seguramente su dormitorio, pero que hoy en día todos podemos visitar en la Galería de los Uffizzi de Florencia.
La escultura de Miguel Ángel
La Piedad del Vaticano
Este conjunto escultórico se encuentra en el Vaticano, en el interior de la basílica. En él aparecen encarnados la Virgen María y Jesucristo en el momento en el que este es bajado de la cruz y ella lo recoge entre sus brazos por última vez. La expresión y el realismo de los detalles, tan cuidados, resultan espléndidos aunque se trate de una escena dolorosa.
En 1972 un enfermo mental acudió a la basílica armado con un martillo, golpeando el rostro de la Virgen mientras proclamaba que era la reencarnación de Cristo. Sin embargo, se logró detener al hombre y, en poco tiempo, se iniciaron las labores de restauración. Desde entonces, la escultura está protegida por una pared de vidrio.
“¿Cómo puedo hacer una escultura? Simplemente retirando del bloque de mármol todo lo que no es necesario.”
–Miguel Ángel–
David, un héroe colosal
Esta escultura fue encargada a Miguel Ángel por la Opera del Duomo y resulta impresionante dadas sus dimensiones. La representación del personaje bíblico David, quien derrotó al gigante Goliat, mide 5,17 metros de altura.
Se trata de una de las obras escultóricas renacentistas más populares del mundo. Se exhibe en la GAF (Galería de la Academia de Florencia) y se considera un símbolo de la ciudad.
Sin embargo, Florencia cuenta con copias del David en dos de sus plazas. Una de ellas está en la plaza de la Signoria, lugar donde se encontraba la obra original desde que estuvo terminada hasta 1873. La otra copia se encuentra en la plaza de Michelangelo, donde es posible contemplar una de las mejores panorámicas de la ciudad.
Moisés, un imponente profeta
Miguel Ángel fue el artista elegido para decorar el mausoleo dedicado a la memoria del Papa Julio II. Y aunque el resultado fue tanto colosal como espectacular, fue una de las más grandes decepciones del artista debido a que, durante su realización, su mecenas decidió no continuar con las contribuciones económicas.
El virtuoso del mármol había decidido tallar la figura del profeta Moisés rodeada por otras imágenes bíblicas. Ahora bien, se cree que debido a una errata en las traducciones de los textos sagrados, la cabeza de Moisés fue decorada con un par de cuernos, cuando en realidad debería portar dos rayos de luz.
A pesar de ello, este personaje no decepciona a la vista. Los turistas suelen quedar admirados con monumental apariencia. Hay quienes aseguran que hasta es posible percibir cómo respira si uno se fija bien en las aletas de su nariz. La cripta que aloja esta obra se localiza en la iglesia de San Pietro in Vicoli, en la ciudad de Roma.
Baco, la expresión del hedonismo
En Florencia, la metrópoli adoptiva de Miguel Ángel, se halla una talla tan mágica como el resto, pero algo menos conocida por el público. Responde al nombre de Baco, ya que simboliza la personalidad y estampa de dicha deidad clásica. En ella podemos ver a dios en la piel de un hedonista que alza su copa con la mano derecha, a punto de beber.Baco está considerada como la primera gran obra de Miguel Ángel. De hecho, comenzó a trabajar en ella con tan solo 21 años de edad. Sorprende por la agilidad de la composición, así como por la fidelidad que demuestra hacia las antiguas creencias de la cultura grecorromana.
Los esclavos
El talento para la escultura de Miguel Ángel era tal, que hoy en día dos de sus grandes obras son dos mármoles sin acabar. Dos obras que ni siquiera nacieron con la vocación de ser estatuas independientes, ya que se trataba de figuras casi decorativas de la fastuosa tumba de Julio II que nunca llegó a construirse en su integridad.
Hablamos de los mármoles del Esclavo que despierta y el Esclavo moribundo. El primero conservado en la Galería de la Academia de Florencia, y el segundo en el Louvre de París.
Pero, ¿por qué son tan impresionantes estas obras sin acabar? Porque reflejan la idea del artista, que pensaba que la obra ya estaba oculta dentro de la piedra y él solo tenía que sacarla. Y eso nos transmiten estas dos figuras de una fuerza brutal.
La arquitectura de Miguel Ángel
Capilla Medicea
Tras haber triunfado en Roma y haber recibido importantes encargos papales, Miguel Ángel decidió retornar a su ciudad natal. En Florencia emprendió una obra que según su criterio iba a ser el culmen de toda su producción. Fusionando en un mismo lugar todas sus ideas sobre escultura, arquitectura y pintura. Eso iba a ser la Capilla Medicea.
Sin embargo, el proyecto nunca contó con todos los fondos que le habían prometido y tuvo que ir reduciendo sus pretensiones.
Y aún así es una obra impresionante que alberga los mausoleos de dos de los Medicis más recordados: Lorenzo el Magnífico y Giuliano I. El conjunto es colosal, así que habría que imaginar como hubiera sido en la versión soñada por el artista.
Biblioteca Laurenciana
Junto a la misma basílica de San Lorenzo donde está la capilla Medicea, Miguel Ángel diseñó otra de sus obras arquitectónicas más destacadas: la Biblioteca Laurenciana. Hoy en día, este lugar se sigue considerando una de las bibliotecas más hermosas de la historia.
Su creador no solo concibió los espacios, incluso diseñó los pupitres para los lectores. Es visitable, y es difícil no captar las sensaciones de tranquilidad y sabiduría que desprende este lugar desde el mismo momento que se sube la imponente escalera de acceso. Y esas sensaciones se multiplican al adentrarnos en la Sala de Lectura.
San Pedro del Vaticano
Al final de sus días, Miguel Ángel era el artista más prestigioso de su tiempo, y lo era en todas las grandes disciplinas, tanto en pintura y escultura como en la arquitectura. Por eso no es extraño que cuando el proyecto de San Pedro del Vaticano estaba sin acabar, el papa Pablo III le encargó que le pusiera fin.
Pero se trataba de un proyecto originado por Bramante, y Miguel Ángel no quería seguir las ideas de otro, así que lo haría pero con la condición de hacerlo a su modo. Y el resultado se puede ver en la actualidad sobre todo en la impresionante cúpula, la más grande de toda la Cristiandad.
Aunque hay que decir que dada su avanzada edad, él jamás llegó a ver la basílica concluida. Si bien está claro que este lugar no sería igual sin la intervención del gran genio del Renacimiento.
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