Las ruinas de Anjar: un yacimiento arqueológico espectacular

Oriente Medio fue la cuna de muchas grandes civilizaciones y, por ello, existen múltiples yacimientos arqueológicos. Un ejemplo son las ruinas de la antigua ciudad de Anjar, en el Líbano. 
Las ruinas de Anjar: un yacimiento arqueológico espectacular
David Díaz

Escrito y verificado por el historiador David Díaz.

Última actualización: 10 diciembre, 2020

Líbano es un país de oriente próximo situado a orillas del mar Mediterráneo. Su suelo vio nacer a grandes civilizaciones, como la fenicia. Al mismo tiempo, su posición estratégica favoreció que otros pueblos poderosos como los griegos o los romanos se asentaran allí.

Como la diversidad cultural siempre suma, el territorio que hoy es el Líbano adquirió un importante nivel de desarrollo. Este se puede ver reflejado en los santuarios fenicios o templos romanos. Sin embargo, su esplendor no se terminó con la caída de Roma, y muestra de ello son las ruinas de la ciudad de Anjar.

Anjar es una ciudad ubicada a 62 kilómetros de Beirut. Su fundación se remonta al período omeya y sus impresionantes ruinas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en el año 1984.

¿Quiénes fueron los omeyas?

Antes de explorar las ruinas de Anjar, conozcamos quiénes fundaron la ciudad. Como mencionamos anteriormente, Anjar se fundó durante el califato de los omeya. Este fue un linaje árabe que ejerció el poder de califa; fue el segundo de los cuatro principales califatos islámicos establecidos tras la muerte del profeta Mahoma.

La base de su poder lo tuvieron en la región de Siria, con capital en Damasco. Los omeya fueron quienes expandieron el islam hacia Occidente y llegaron a establecerse en la península ibérica, territorio conocido como Al-Andalus. Su capital, Córdoba, se convirtió en la capital del califato omeya de occidente.

Los omeyas también se expendieron hacia Oriente y ocuparon buena parte de Asia Central. Tal expansión convertía al califato de los omeyas en uno de los imperios más grandes que había visto el mundo hasta ese momento; tenía 15 millones de kilómetros cuadrados.

Fue en este contexto que fundaron la ciudad de Anjar. Existen ciertas discrepancias sobre quién fue su fundador y sobre la función que debía cumplir. Los expertos consideran que su constructor podría haber sido el califa omeya Walid ibn ‘Abd al-Malik (705-715 d.C.) o su hijo al-‘Abbas.

Así mismo, también existen discusiones sobre si Anjar fue edificada como ciudad palatina o como campamento castrense. Dejemos estas discusiones a los expertos y demos un paseo por sus ruinas.

Anjar, una ciudad propiamente omeya

Los restos de las ruinas de Anjar, en territorio del Líbano.

Anjar, o Haouch Moussa en árabe, se encuentra ubicada en el valle de la Becá o llanura del Becá. A tan solo 30 kilómetros de Beirut, esta llanura está rodeada por las cordilleras del Líbano y del Antilíbano. Las ruinas se sitúan en las inmediaciones de una fuente con un abundante caudal de agua.

El agua es un bien preciado en zonas de climas secos y, por ello, ya desde la época romana, la fuente fue un lugar de asentamiento romano. Además, Anjar estaba en la ruta que unía Baalbek y Damasco, un camino que en el momento de la conquista árabe todavía existía y donde levantaron una importante ciudad, cuyas ruinas hoy podemos admirar.

El descubrimiento de las ruinas

En el año 1952, el director del Servicio Libanés de Antigüedades inició una excavación en el lugar que duró unos 25 años hasta ser paralizada por completo a causa de la guerra civil de los años setenta. Estos trabajos de excavación sacaron a la luz prácticamente la totalidad de las ruinas, cuya extensión llegaba hasta los 114 000 metros cuadrados.

Con esta labor, el encargado de la excavación quería restaurar y conservar el conjunto arqueológico para presentarlo como uno de los monumentos más relevantes del Líbano. Esto, que puede parecer una noble labor, en realidad lo único que hizo fue descontextualizar la mayoría de los edificios.

En la actualidad, los arqueólogos tienen dificultades para interpretar la ciudad, puesto que carecen de fotografías y documentación científica de la excavación. A pesar de ello, los amantes de los yacimientos arqueológicos encontrarán en Anjar un verdadero paraíso, con una arquitectura típicamente omeya, puente entre el arte bizantino y el árabe.

De paseo por las ruinas de Anjar

Anjar era una ciudad fortificada rodeada por una gran muralla que medía entre 2 metros de espesor y 7 de altura. Por si esta estructura defensiva fuera poca, el recinto estaba flanqueado además por 40 torres defensivas.

Su diseño era rectangular, atendiendo a la planificación de las construcciones romanas y con un área de 360 por 380 metros. Era una ciudad hermosa, puesto que la gran mayoría de sus edificaciones se hicieron con mampostería, al estilo de bizancio.

La ciudad estaba dividida en 4 cuadrantes estructurados a través de las 2 avenidas principales —cardo y decumano—. Estas vías se cruzaban bajo un tetrápilo cuyos zócalos, ejes y capiteles estaban hechos con restos de estructuras romanas reutilizadas. El acceso a la ciudad se hacía a través de 4 puertas, una en cada uno de los puntos cardinales, todas ellas flanqueadas por torres.

El acceso a la ciudad de Anjar se hacía a través de cuatro puertas.

Las dos calles principales estaban porticadas con arquerías donde se abrían pequeñas tiendas. El material de construcción era la piedra y el ladrillo. La alternancia de estos dos materiales dotaba a los edificios de mayor resistencia frente a los movimientos sísmicos. Además, como se puede imaginar, la ciudad contaba con una amplia red de alcantarillado.

De forma paralela a las grandes avenidas discurrían calles más pequeñas que subdividían los diferentes cuadrantes. Los especialistas destacan dos partes diferenciadas de la ciudad: la mitad más oriental, la parte señorial formada por suntuosos edificios palaciegos; y la occidental, ocupada por grupos de casas particulares.

Algunos de los monumentos más destacados

Los edificios que mejor han resistido el paso del tiempo son las grandes construcciones, las cuales estaban principalmente situadas en la mitad oriental de la ciudad. Entre ellas destacamos las ruinas del Gran Palacio, una estructura de 59 por 60 que fue parcialmente reconstruida.

El Gran Palacio está precedido por una serie de arcadas y tiene un magnífico patio central, que está rodeado por un peristilo. Algunas de sus columnas proceden de una iglesia dedicada a la Virgen María.

El Pequeño Palacio es otro de los indispensables de Anjar. Este es una reproducción del Gran Palacio pero con una escala más reducida: 46 por 49 metros. En este sobresalen sus numerosos fragmentos ornamentales y la entrada central, ostentosamente decorada.

El Gran Palacio era la construcción destacada en Anjar.

Al norte del Gran Palacio ubicamos la mezquita, un conjunto que mide 57 metros de ancho por 29 de largo. La mezquita destaca por estar situada sobre una plataforma, por lo que su acceso se hace mediante unas escaleras. Esta mezquita forma parte de las denominadas «mezquitas de patio», cuyo haram se encuentra en torno a un patio central

Por último, pero no por ello menos destacable, encontramos los baños termales. Estos se ubican al norte del recinto y están formados por un conjunto de suntuosos edificios inspirados en el modelo romano y decorados por hermosos mosaicos que aún pueden ser apreciados.

¡No dudes en ir a visitar las ruinas de Anjar!

Es cierto que los conflictos que lamentablemente suceden en Oriente Medio atentan contra el turismo en la zona. Muchas personas que desean conocer las ruinas de Anjar y otros sitios destacados temen que un viaje de placer se pueda convertir en una verdadera pesadilla al verse, de repente, inmersas en algún conflicto bélico.

Sin embargo, también es cierto que si eres amante de la historia y te apasiona visitar yacimientos arqueológicos, quizás desees visitar las ruinas de Anjar mientras todavía sea posible. Recordar lo que ha sucedido en la ciudad siria de Palmira sea un aliciente para hacerlo.