Mary Cassatt, una gran dama del impresionismo

Reflejó como nadie escenas cotidianas de su época protagonizadas por mujeres. Mary Cassatt, además, introdujo el impresionismo en Estados Unidos.
Mary Cassatt, una gran dama del impresionismo
Begoña Ibáñez

Escrito y verificado por la historiadora del arte Begoña Ibáñez.

Última actualización: 28 mayo, 2019

Monet, Degas o Renoir resuenan una y otra vez al hablar de pintores impresionistas. Sin embargo, en esta época, las mujeres tienen también un papel crucial. Creadoras como Berthe Morisot o Marie Bracquemond desarrollaron su trabajo dentro de este movimiento. Junto a Mary Cassatt, de la que vamos a hablar, serán conocidas como ‘las grandes damas del impresionismo’.

La obra de Cassatt es fundamental para acercarse a este estilo de finales del siglo XIX. Por ello, vamos a profundizar en su vida y, por supuesto, su paleta. No te lo pierdas.

Primeros años en la vida de Mary Cassatt

Autorretrato de Mary Cassatt
‘Autorretrato’

Nació en Pensilvania el 22 de mayo de 1844, en el seno de una familia acomodada de origen francés. Su madre será vital en su educación y ejercerá una gran influencia. De hecho, la formación de Cassatt está plagada de viajes a Europa durante su infancia y juventud. Estos periplos propiciarán los primeros contactos con el arte, contemplando obras de Delacroix o Ingres.

Inmediatamente, comienza a estudiar en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de Filadelfia, a pesar de la oposición de su padre. Puesto que las estudiantes tenían prohibido usar modelos naturales, Mary Cassatt comienza a sentirse frustrada ante el poco avance de su trabajo.

El traslado a París

Cuadro 'En el palco'
‘En el palco’

Será esta situación la que motivará que abandone los estudios y se mude a París en 1866. Allí es aceptada por el pintor Gérôme como alumna para clases particulares, aprendiendo de su paleta realista y orientalista.

Cassatt realizaba copias a diario en el Louvre y se relacionaba con otros artistas. Poco después, como discípula de Thomas Couture, comienza a tratar temas más románticos y a dibujar al aire libre.

Por fin, en 1868 uno de sus lienzos es aceptado para exponerse en el Salón de París. Mary Cassatt será una de las primeras mujeres en lograrlo. En estos momentos, el ambiente parisino está a punto de cambiar: Manet sueña con romper las normas académicas y los impresionistas están comenzando a formarse.

Sin embargo, en un principio, Cassatt no se unirá a este cambio y continuará exponiendo en el Salón. Tras un breve período en Estados Unidos en el que cae en una crisis creativa, vuelve de nuevo a su querida Europa.

El despertar de la pincelada de Mary Cassatt

Cuadro 'Fiesta en un bote'
‘Fiesta en un bote’

En 1871, con su vuelta a Europa, la suerte de la pintora cambia. De repente, empieza a atraer la atención del público y la crítica comienza a hablar de su obra. Cassatt viaja a Italia y poco después vivirá  seis meses en España, principalmente en Madrid y Sevilla. Esta experiencia termina de abrirle los ojos y tendrá un enorme influjo en su pintura.

Pasa los días como copista en el Prado, afirmando que en ese lugar se aprende realmente a pintar gracias a la hermosa y sencilla manera de Velázquez. El trazo directo del genio sevillano hará que Mary Cassatt se replantee su propio trabajo, al igual que la mirada personal de Goya.

La realidad local y las costumbres españolas hacen que su pincelada se suelte, que los contrastes de color se liberen. Es por esto por lo que abandonará el academicismo, su obra se vuelve espontánea, al mas puro estilo impresionista.

La consolidación en el grupo impresionista

Tras volver a París en 1874, Mary Cassatt decide instalarse definitivamente allí y abrir un estudio. La pintora criticaba constantemente la actitud y la política del Salón en cuanto a las mujeres artistas, que apenas tenían oportunidad. En 1877, y tras varias negativas para exponer sus trabajos, Edgar Degas la invita para que enseñe sus lienzos a los impresionistas.

El té, 1880/ Wikimedia Commons

El grupo ya contaba en sus filas con Berthe Morisot, que se convertirá en una buena amiga de Mary Cassatt. Además, quedará totalmente fascinada por la paleta de Degas. Inmediatamente, se sentirá identificada con el estilo impresionista, convirtiéndose en una gran defensora de la causa.

Cassatt y Degas colaboraron estrechamente durante años. Él le enseñará la pintura al pastel y el grabado, mientras que ella llevó sus obras a Estados Unidos. Así, se forjará una relación artística única entre estos dos creadores de figuras humanas modernas. Mary Cassatt cosechará éxitos en las diversas exposiciones impresionistas, sobre todo en la de 1879.

Asimismo, está considerada la principal responsable de introducir el impresionismo en Estados Unidos, donde desembarcó con más de 300 cuadros de Manet, Degas o Monet en 1886. Poco a poco, la paleta de Mary Cassatt evoluciona, llegando a no identificarse con ningún movimiento en concreto.

Comienza a tratar más con marchantes de arte y expone sus obras en Nueva York y Chicago. Sin embargo, en 1915 su delicada salud y su inevitable ceguera debido a las cataratas que sufría la obligan a dejar de pintar. Pero antes, Cassatt apoyó el movimiento sufragista con sus últimas obras. Murió en Francia el 14 de junio de 1926.

Temática y obras esenciales de Mary Cassatt

La artista se centró en retratar la vida cotidiana de las mujeres de finales del siglo XIX. Nunca le interesaron los temas de paisaje y naturaleza, propios del impresionismo.

Cuadro 'Madre e hija'
‘Madre e hija’

Cassatt es toda una cronista de su época: madres e hijos en su rutina diaria, escenas domésticas corrientes, etc. Unas recreaciones que parecen dar voz a las mujeres confinadas en sus casas, destinadas únicamente a criar a sus hijos, sin jugar ningún otro papel. Será ella la que consiga que sean inmortales.

Se trata de escenarios intimistas, llenos de ternura y belleza. Son creaciones espontáneas y llenas de verdad en las que admiramos la soltura de Mary Cassatt y su destreza.

Entre sus obras más sobresalientes cabe mencionar El baño del niño (1893), que podemos admirar en el Instituto de Arte de Chicago. También destacan Niñita en un sillón azul (1878) y Fiesta en un bote (1893), ambas pertenecientes a la National Gallery of Art de Washington D.C.

Además de ello, algunos de sus mejores lienzos los podemos encontrar en el MET de Nueva York. Es el caso de Madre joven cosiendo (1900) o Madre y niño (El espejo ovalado) (1899), entre otros.