Fray Juan Sánchez Cotán, el monje pintor

Pintor y monje cartujo en Granada, Fray Juan Sánchez Cotán ha pasado a la historia, sobre todo, por sus bellos bodegones.
Fray Juan Sánchez Cotán, el monje pintor
Cristina Moreno

Escrito y verificado por la historiadora del arte Cristina Moreno.

Última actualización: 24 agosto, 2019

Fray Juan Sánchez Cotán es el primer pintor español de quien conocemos bodegones, en su mayoría pintados antes de 1603. Precursor del tenebrismo en España, sus obras son tan naturales y realistas que casi se pueden coger los objetos que pintó. ¿Quieres saber un poco más sobre este monje pintor y dónde contemplar sus obras? Nosotros te lo contamos.

Un poco de su biografía

Fray Juan Sánchez Cotán, el monje pintor, nació en Orgaz (Toledo) en 1560. Allí trabajaría primero como discípulo de Blas de Prado y luego como pintor profesional, realizando encargos de pintura religiosa, paisajes y bodegones, género en el que sobresaldría de manera muy especial. También destacaría realizando copias por encargo de obras de grandes maestros como Tiziano.

Según su testamento y los investigadores que han estudiado a este magnífico pintor español, Sánchez Cotán era una persona culta, amante de la música y de la literatura. Fue amigo del Greco y prestamista de este, piadoso y de vida desahogada. Pero a los 43 años decidió cambiar el rumbo de su vida de manera radical.

A esa edad abandona Toledo para convertirse en monje cartujo. Así, en septiembre de 1604 fue nombrado hermano lego del Real Monasterio de Nuestra Señora de la Asunción de la Cartuja en Granada. Y en esta ciudad moriría en 1627.

Sus principales obras y dónde contemplarlas

'Bodegón de caza,fruta y hortlizas'
‘Bodegón de caza, fruta y hortalizas’

De su etapa en Toledo destacan varias obras. Cabe mencionar La barbuda de Peñaranda, pintada en 1590 y en la que representa una mujer de rasgos masculinos que se conserva en el Museo del Prado. También hay que destacar su lienzo titulado Cristo y la samaritana, del convento de Santo Domingo el Antiguo de Toledo.

Bodegón de caza, fruta y hortalizas, pintado en 1602, es una de las obras estrella con las que cuenta el Museo del Prado en Madrid. En este cuadro pinta con total naturalidad varias presas de caza, como son perdices, jilgueros y gorriones, junto con manzanas, limones y un precioso cardo.

Precisamente, el cardo se convertirá en una de sus señas de identidad y será el protagonista también en su Bodegón del cardo. Es un maravilloso cuadro cuyo realismo impresiona y que hoy podemos contemplar en el Museo de Bellas Artes de Granada, ubicado en la segunda planta del Palacio de Carlos V de la Alhambra.

Obras en Estados Unidos

'Bodegón de San Diego'
‘Bodegón de San Diego’

En este género realizó también el llamado Bodegón de San Diego, por encontrarse en el Museo de San Diego, en California. En este realiza casi una fotografía perfecta de un membrillo, un repollo, un melón y un pepino. Y tiene en común con el resto de bodegones su fondo oscuro, casi tenebrista, y el magnífico uso de la luz que aporta al cuadro unas impresionantes calidades y sensaciones táctiles.

En dicho museo se conserva, además, un cuadro de San Sebastián con cuatro flechas hundidas en su carne. Mientras, en el Instituto de Arte de Chicago, podemos encontrar otro cuadro titulado Bodegón. En él realiza casi una copia exacta del Bodegón de San Diego, pero introduciendo un pato y otras aves.

Fray Juan Sánchez Cotán en la Cartuja de Granada

Altar fingido de Juan Sánchez Cotán
Altar fingido de la Cartuja de Granada

Como ya hemos mencionado, Sánchez Cotán entró a formar parte de la Cartuja de Granada como monje. Y será en ella donde realice varios ciclos y pinturas de tema religioso. Además, fue uno de los artífices del mantenimiento del edificio debido a su gran habilidad artística.

Así, encontramos el Ciclo de la Pasión, hoy conservado en el Museo de Bellas Artes de Granada. O los preciosos lienzos que adornan el retablo de coro de legos, en los que representa la Huida a Egipto y el Bautismo de Cristo, conservados in situ.

En la sala del refectorio de la Cartuja se puede ver el cuadro de La última cena, en el que rompe con la tradición de poner a los apóstoles a ambos lados de Cristo y sitúa a tres en el lado contrario de la mesa. Así, podemos verlos solo de espaldas.

De igual manera, la mesa no se compone de ricos y abundantes manjares, sino solo de unos peces y trozos de pan. Y en el centro de la escena, debajo de Cristo, un perro y un gato se pelean aportando mayor realismo.

En la capilla De Profundis del monasterio realiza sin duda su mejor trabajo utilizando la técnica del trampantojo. Se trata de un retablo pintado en la pared, de estilo clásico, que sirve como marco de la pintura que representa a San Pedro y San Pablo.