Visitamos el cementerio de la Recoleta en Buenos Aires

Visitamos el cementerio de la Recoleta en Buenos Aires

Escrito por Adrián Pérez

Última actualización: 22 marzo, 2019

Quizás para algunos pueda sonar algo macabro visitar un cementerio durante un recorrido turístico, sin embargo, hay algunos que se vuelven un “imprescindible” por su riqueza histórica o arquitectónica. Esto es lo que sucede con el cementerio de la Recoleta en Buenos Aires, un lugar que vale la pena visitar porque allí están sepultados grandes personalidades argentinas e incluye una vasta cantidad de arte. ¡No te lo pierdas!

Historia del cementerio de la Recoleta en Buenos Aires

Brevemente y para entrar en contexto, hay que saber que el predio donde en la actualidad se encuentra el cementerio pertenecía a los frailes de la Orden de los Recoletos en el siglo XVIII. Ellos construyeron una iglesia (de la Virgen del Pilar) y un convento. Cuando en 1822 la orden se disolvió, lo que se usaba como huerta pasó a ser un cementerio público, el primero de la ciudad.

Cementerio de la Recoleta
Cementerio de la Recoleta – Jess Kraft

En 1870 por una epidemia de fiebre amarilla muchos lugareños de la clase alta dejaron los barrios cercanos al puerto y se mudaron a las tierras recoletas. A partir de allí el cementerio pasó a ser lugar de descanso eterno de las familias más acomodadas. Para los pobres se inauguraba el cementerio del Oeste, en la Chacarita. En 1881 se lleva a cabo la primera remodelación del predio y en 2003 la tercera.

Una obra de arte en sí mismo

Si no fuese por las cruces o algunas lápidas, no nos daríamos cuenta de que se trata de un cementerio. La entrada principal está formada por cuatro columnas dóricas griegas dispuestas como un pórtico. Los muros tienen inscripciones en latín: del lado de fuera dice “Descansen en Paz” (mensaje de los vivos a los muertos) y del de dentro “Esperamos al Señor” (mensaje de los muertos hacia los vivos).

Cementerio de la Recoleta
Cementerio de la Recoleta – Vladimir Nenezic

También en el frente hay columnas con símbolos de la vida y la muerte como las alas, la cruz, la corona y el reloj de agua. El cementerio tiene casi cinco mil bóvedas, 80 de ellas declaradas monumento histórico nacional, y el predio es de cerca de 55.000 m².

Hay varios mausoleos de mármol con el nombre de la familia al que corresponden, estatuas y esculturas en diversos estilos. Está organizado por manzanas con avenidas arboladas que derivan en una rotonda con una escultura de Cristo y callejones laterales.

“La pálida muerte llama con el mismo pie a las chozas de los pobres que a los palacios de los reyes.”
-Horacio-

Historias y relatos del cementerio de la Recoleta

Son varias las personalidades importantes de la historia argentina que fueron sepultadas en este lugar: políticos, militares, gobernadores, comerciantes, abogados, escritores, presidentes y vicepresidentes. También hay médicos, arquitectos, embajadores, economistas, científicos y hasta deportistas, astrólogas y esposas “importantes”.

Cementerio de la Recoleta
Cementerio de la Recoleta – VojtechVlk

Las historias que giran en torno al cementerio de la Recoleta son realmente asombrosas y vale la pena conocer algunas de ellas. Por ejemplo que en 1881 robaron el féretro de la cuñada del gobernador y exigieron un gran rescate para devolverlo.

El mausoleo más llamativo y con una historia más curiosa es el de Salvador María del Carril (gobernador de la Provincia de San Juan) y de su esposa Tiburcia Domínguez. La pareja se odió durante una gran parte de su vida “juntos”, tanto que no se hablaron durante 30 años.

El primero en morir fue el hombre y la viuda dejó bien claro que ella debería ser sepultada de espaldas a su esposo. Así se ve en la escultura, donde Salvador está sentado en un sillón y Tiburcia con gesto “de pocos amigos” mira en sentido contrario.

Cementerio de la Recoleta
Cementerio de la Recoleta – Elena Mirage

Otra de las esculturas que llama la atención es la de Liliana Crocianti, una joven que murió a los 20 años durante su luna de miel en 1970. Ese mismo día en Buenos Aires (la pareja había viajado a Austria) falleció el perro de la mujer, llamado Sabú. La escultura muestra a la recién casada con su vestido de novia y acompañada del can. La bóveda está ambientada como el dormitorio de Liliana y un sari rojo envuelve el féretro.

Por último, ¿sabías que una de las nietas de Napoleón descansa en este cementerio? El conde Alejandro Walewski y su esposa embarazada viajaban a Buenos Aires en 1847. Durante el parto la pequeña heredera francesa, Isabel, murió y fue enterrada en una parcela en la Recoleta.