Cementerio de coches de Kyrkö: ¿por qué fueron abandonados allí?

El Cementerio de coches de Kyrkö es un lugar pintoresco en Suecia que maravilla a los viajeros, en especial si son amantes de la fotografía. Detrás de ese sitio tan particular está la historia de un hombre que hizo realidad sus fantasías.
Cementerio de coches de Kyrkö: ¿por qué fueron abandonados allí?

Escrito por Edith Sánchez

Última actualización: 20 diciembre, 2020

El cementerio de coches de Kyrkö se ha convertido en un destino muy frecuentado por turistas de todas las latitudes y en un lugar de culto para los amantes de la fotografía. Allí hay una gran cantidad de automóviles abandonados en medio del bosque.

Este lugar se encuentra ubicado en el pantano de Kyrkö Mosse, a poca distancia de Ryd, una ciudad sueca en el municipio de Tingsryd. Más exactamente, está en medio de una turbera en la parte sur de Suecia. En el lugar abundan Volvos, Saabs y varios modelos americanos.

El cementerio de coches de Kyrkö pasó de ser un lugar sumido en el anonimato a convertirse en tema de debate nacional, y ocupó las primeras páginas de los diarios. Pero ¿por qué hay tantos autos abandonados? ¿Representan un riesgo ambiental? ¿Qué dicen las autoridades?

Los antecedentes del cementerio de coches de Kyrkö

El origen del cementerio de coches de Kyrkö tuvo lugar con Åke Danielsson, un residente de la pequeña ciudad de Ryd. En el año 1935, este hombre adquirió un terreno en Kyrkö con la intención de explotar comercialmente la turba que se encontraba en este sitio.

En aquel entonces, la turba se utilizaba como combustible natural y como abono para las plantas. Por eso, Danielsson creó la empresa Åke on the Bog, lo que sin duda parecía ser un negocio rentable.

Parte del proceso consistía en extraer la turba a mano, luego secarla, triturarla y empacarla para su comercialización. Para todo ello era necesario el uso de maquinaria que desarrollara parte de esas tareas.

Una cosa lleva a la otra

El cementerio de coches de Kyrko es un lugar realmente llamativo en Suecia.

Durante la época de posguerra, hubo un auge de venta de automóviles en la ciudad de Ryd. Sin embargo, los autos eran abandonados luego en los bosques  del pantano de Kyrkö. Los motivos obedecían fundamentalmente a que cumplían con su vida útil o se averiaban y su reparación resultaba demasiado costosa.

Sin embargo, Åke Danielsson supo ver en esta circunstancia una oportunidad. Esto le permitiría reunir las piezas necesarias para construir la maquinaria que necesitaba en su empresa. Aunque no contaba con conocimientos en mecánica, se las ingenió y sacó adelante su proyecto.

Con el tiempo, también notó que llegaban clientes buscando un repuesto para sus coches y estos se podían encontrar dentro de los autos abandonados. La continua demanda de repuestos automotores condujo a Åke Danielsson a llevar los autos abandonados a su propiedad.

Con el pasar del tiempo…

A medida que transcurrían los años, el exceso de empresas que explotaban turba hizo que decayera la rentabilidad del negocio. Por esta razón, Danielsson decidió centrarse solo en el negocio de repuestos que sí resultaba productivo y prometedor.

Para cuando los habitantes de su ciudad dejaron atrás la práctica de abandonar sus autos inservibles, Danielsson empezó a comprarlos como chatarra. Así continuó su emprendimiento, hasta que en 1974 compró su último coche.

Llama particularmente la atención que Danielsson jamás tuvo licencia de conducción ni conocimientos en mecánica automotriz. Sin embargo, se dio a la tarea de aprender de forma empírica y consiguió acumular una gran cantidad de conocimiento.

Cementerio de coches de Kyrkö: ¿un riesgo ambiental?

Danielsson era consciente de que los autos contenían productos químicos —como aceite, ácidos y gases— que podían deteriorar el equilibrio natural de la turbera. Él mismo tomaba medidas para evitar la contaminación de este lugar.

Al parecer, los procedimientos de Danielsson no fueron los más indicados, lo que dio pie a que las autoridades le exigieran enviar todos los autos a una empresa autorizada de reciclaje. Tenía plazo hasta noviembre de 1998 o, de lo contrario, recibiría una multa cuantiosa.

Todo indicaba que Danielsson no iba a poder cumplir con la exigencia de las autoridades de su ciudad, ya que constituía una tarea muy complicada. Para este momento, ya estaba anciano y enfermo, pero seguía contando con una buena estrella.

Un autobus abandonado en el cementerio de coches de Kyrko.

Un resultado inesperado

Poco antes de cumplirse la fecha estipulada por las instituciones, la región y sus alrededores fueron víctimas de un gran temporal. Esto obligó a los órganos de control a posponer el tiempo límite para hacer cumplir la ley.

Para ese momento, el cementerio de coches de Kyrkö había ganado popularidad gracias a los medios de comunicación y Danielsson contaba con muchos seguidores. Todos ellos realizaron protestas en contra de la decisión adoptada por las autoridades.

Muchas personas, además de periodistas, defensores del patrimonio cultural y fotógrafos, se unieron a la causa para defender el depósito de chatarra. No obstante, finalmente fue gracias a la intervención del director del Museo de Småland en Växjö que se logró conseguir una prórroga por 50 años.

El legado

Cabe hacer notar que la prórroga obviamente no busca hacer efectiva la sanción al cabo del término de este plazo. Por el contrario, lo que se persigue es que sea el tiempo el que termine finalmente deteriorando los vehículos hasta que hayan desaparecido.

En el año 2000, Åke Danielsson falleció de manera tranquila, con la satisfacción de ver salvada su preciada chatarra. Dejó un legado que hoy hace las delicias de los turistas que la visitan, especialmente de los fotógrafos, quienes no pueden ignorar su extraordinaria belleza.