La abadía de Pannonhalma, en Hungría

Conoce toda la historia de la famosa abadía de Pannonhalma, en Hungría, y disfruta al máximo de tu visita a la morada de los monjes benedictos.
La abadía de Pannonhalma, en Hungría
María Belén Acosta

Escrito y verificado por la especialista en Asia Oriental María Belén Acosta.

Última actualización: 11 noviembre, 2021

Hoy viajamos a una pequeña población al occidente de Hungría. Allí se encuentra uno de los destinos turísticos más visitados de esta nación, la abadía de Pannonhalma.

Este complejo, administrado por los monjes benedictinos, ofrece a los turistas la posibilidad de pasear por su iglesia, claustro y amplio biblioteca. Además de su toque histórico y cultural, la abadía se encuentra en un enclave natural digno de ser fotografiado. Por ello, no es de extrañar que sea uno de los edificios más importantes del país.

El origen de la abadía de Pannonhalma

La abadía fue fundada por el Príncipe Géza en el año 996. Esta fue construida sobre una colina, en unas tierras conocidas antiguamente como Pannonia, y resultó consagrada por San Martín de Tours. La abadía de Pannonhalma fue uno de los primeros y más importantes centros religiosos de los monjes benedictinos en Hungría.

Las obras fueron finalizadas por el primer Rey de Hungría que, además, donó las tierras a los monjes de la abadía. Sin embargo, en el año 1137 fue casi completamente destruida. No se volvería a reconstruir hasta la llegada de Abad Abbot Uros, por lo que se reformó por completo en el año 1242.

El origen de la abadía de Pannonhalma
En 1996, la Abadía de Pannonhalma fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

La zona se mantuvo en propiedad de los monjes durante casi un siglo. De hecho, el claustro actual fue construido en el año 1486, de estilo gótico. Ya en el siglo XVII, los turcos obligaron a los monjes a abandonar la abadía hasta el año 1639.

La historia siguió poniendo a prueba a la abadía cuando en 1786, José II de Austria, ordenó disolver la orden de los benedictinos y el cierre de las puertas del lugar. Tendrían que pasar de nuevo unos cuantos años, concretamente hasta 1802, para que los monjes pudieran volver a abrir las puertas de la abadía a cambio de que estos se dedicaran a la enseñanza.

Finalmente, el edificio, controlado por los monjes benedictinos, se convirtió en un gran centro de estudios superiores. Además, durante la Segunda Guerra Mundial estuvo protegido por la Cruz Roja para preservar la enseñanza. Actualmente ha sido declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Una visita a la abadía de Pannonhalma

Lo primero que nos hará sentir que hemos llegado a nuestro destino serán los altos árboles que flanquean el camino que lleva hasta la abadía. Cuando estemos a los pies de este precioso edificio creeremos estar ante una antigua fortaleza; una muralla de piedra bien conservada rodea casi al completo el lugar.

Tras cruzar la puerta de entrada subiremos por unas escaleras que nos llevarán al patio central. Desde aquí seremos plenamente conscientes del tamaño de la abadía. Además, desde podremos ver la entrada a la iglesia y, a su izquierda, la biblioteca.

Dentro, cada pieza del edifico está decorada con detalles propios de la arquitectura húngara. De hecho, para entrar en la iglesia tendremos que cruzar un portón de bronce labrado donde varios mosaicos narran parte de la historia del país. En el interior de la iglesia podremos deleitarnos con los coloridos frescos, un exquisito órgano y unas vidrieras propias del estilo gótico.

Una visita a la abadía de Pannonhalma
Crédito editorial de imagen: ©tainar / 123RF.COM.

Tras pasar por la iglesia, la visita continua en el claustro, donde destacan también los mosaicos y sus columnas decoradas. Al igual que sucede con la iglesia, el claustro también está decorado con vidrieras de colores llamativos y que ofrecen una iluminación única al lugar.

También podremos pasear por la biblioteca, de estilo neoclásico, que cuenta con nada menos que más de 400 000 libros y donde se encuentran algunos de los más antiguos del país. Justo en la entrada nos recibirá la estatua del del Rey Szent Isván. Al final de la misma encontraremos un fresco que inmortaliza a muchos de los grandes pensadores griegos.

Para terminar, podemos pasarnos por una pequeña exposición de objetos o disfrutar de las vistas que ofrece la colina donde los monjes benedictinos cultivan la tierra de sus viñedos y jardines.

Información útil durante la visita

La localidad de Pannonhalma, lugar donde está situada la abadía homónima, se encuentra a tan sólo media hora de Györ. Aunque podemos ir en coche, son muchos los turistas que utilizan el bus como medio de transporte desde Gÿor por su cercanía con Budapest.

El precio de la entrada es de 3€ y medio e incluye audioguía en español. Además, en la misma entrada nos darán un plano completo de la abadía donde también encontraremos algunos datos.

Del mismo modo, recomendamos dedicar al menos media mañana visitando el lugar y después, si contamos con tiempo, pararnos en el pueblo para conocer mejor la cultura y probar algunos de sus platos tradicionales. Es más, junto a la abadía hay un restaurante donde en ocasiones podremos probar el vino creado por los monjes.